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Traducir recetarios tiene miga

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Repasando los estantes encontré hace poco este precioso libro de recetas que traduje hace un tiempo y, tras acabar un proyecto reciente sobre la cocina de Oriente Medio, hoy quiero hablaros un poco de la traducción de recetarios. 

Tothom a la cuina. Traducción de un recetario del castellano al catalán.

El mercado para libros de cocina y manuales culinarios de todo tipo en EE. UU., Reino Unido y el resto del mundo es enorme. Estados Unidos, por ejemplo, cuenta con una gran tradición de programas de televisión protagonizados por chefs de renombre y cocineros que han llegado a convertirse en estrellas mediáticas. Y en nuestro país mismo veréis que los programas de cocina abundan, ya sea en las distintas plataformas (sobre cocinas del mundo, la comida en puestos callejeros o centrados en los postres) o en las cadenas principales a modo de concurso, porque no solo de Arguiñano come el espectador español.  

La traducción de una receta tiene unas características muy determinadas. Además de traducir, a veces hay que adaptar las unidades de medidas del sistema internacional a las de los Estados Unidos (y viceversa, claro). Y ya os avanzo que esto no es moco de pavo. ¿Por qué se mide en tacitas?

Algunas equivalencias incluidas en el libro Tothom a la cuina de Montse Deza, editado por LaGalera.

Otro aspecto importante son los ingredientes. Según la localización del lector, a veces es imposible encontrar ciertos productos o marcas, así que hay que encontrar alternativas que permitan elaborar la receta, incluso ante la imposibilidad de encontrar el producto. Otra opción es dejarlo todo tal cual, claro, en cuyo caso sería una directriz que debería dar el cliente o editorial directamente. Dentro de los ingredientes, también hay que conocer bien los distintos cortes de la carne y el pescado, por ejemplo, ya que muchas veces no se corresponden exactamente de un país a otro. 

En ciertas ocasiones, hay que ir más allá de una simple traducción. Este es el caso de aquellas recetas que requieren usar utensilios de cocina o electrodomésticos que no se comercializan o no se conocen en el país de destino. En este caso, hay que describir el proceso que lleva a cabo el aparato para que la información se transmita de forma que el lector sea capaz de recrearla. 

Ilustración de los verbos principales al cocinar.

Y, por supuesto, hay que entender bien cada proceso y método culinario. ¿Cuál es la diferencia entre sofreír, rehogar y guisar, por ejemplo? Y no nos vayamos tan lejos: examinemos el maravilloso mundo de los verbos en la cocina. ¿Conocemos el significado exacto de chop, mince, slice, dice o carve? ¿Sabemos cuáles son los verbos típicos que se emplean a la hora de preparar una receta? ¿Y en castellano cómo los usamos, en infinitivo o en imperativo?

En definitiva, hay que tener en cuenta todas estas características al traducir un recetario y, por este motivo, es un proceso laborioso que ha de llevarse a cabo con minuciosidad y precisión. De hecho, tanto interés hay de un tiempo a esta parte que actualmente podemos encontrar cursos de traducción sobre el tema, como el curso de Rosa Llopis en Trágora y el de Teresa París en AulaSIC.

Traducir recetarios, menús y, en definitiva, textos relacionados con la gastronomía constituye una especialización en sí misma que no debe dejarse en manos de cualquiera, porque abundan los ejemplos bochornosos y no debemos infravalorar la importancia de una buena traducción no solo en gastronomía sino en el sector turístico en general.


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