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Leyendas lingüísticas y falsas etimologías

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A veces nos repetimos tanto algo que acabamos creyendo que es cierto. Pasa continuamente en nuestra vida cotidiana y, claro está, también es un fenómeno que se aplica a la lengua.

Si a esta ecuación le añadimos el poder de creación y propagación que tiene Internet, preparémonos para encontrarnos de todo. Recuerdo, por ejemplo, el caso del supuesto bando del ayuntamiento de Sa Pobla, Mallorca, de 1987.

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Desmontar textos de este tipo es bastante sencillo también, claro que preferimos creerlo o seguir difundiéndolo por aquello de se non è vero, è ben trovato.

Algo parecido sucede con la creencia de que en la tumba de Groucho Marx hay un «Disculpe que no me levante». Es cierto que una vez comentó en una entrevista que le gustaría que grabaran esa frase en su epitafio, pero al final solo consta su nombre y apellido, la fecha de nacimiento y muerte y una estrella de David.

Epitafio de Groucho

Epitafio de Groucho

En definitiva, con esto, como con tantas otras cosas, lo mejor es recordar lo que dijo Abraham Lincoln: «No os creáis todo lo que leéis en Internet».

Etimologías curiosas… ¿y falsas?

El campo de la etimología es terreno abonado para la inventiva. El origen de algunas palabras es muy curioso y nos llama la atención, por ejemplo los relacionados con el mundo laboral y que alguna vez hemos comentado en twitter o facebook: «salario» deriva del latín salarium, que significa «pago de sal» o «por sal» y proviene del antiguo imperio romano, donde muchas veces se pagaba a los soldados con sal, que era muy valiosa ya que en la antigüedad era una de las pocas maneras que se tenía de conservar la carne.

Otra etimología que gusta mucho es la de «trabajo», por su simbología y el juego que da. Trabajo viene del latín tripalium, que significaba literalmente «tres palos» y era un instrumento de tortura formado por tres estacas a las que se amarraba al reo. Curioso origen, ¿verdad?

Sin embargo, hay otras palabras cuya etimología cambiamos por error o porque comparte raíz con otra palabra que da más juego. Es el caso de «testificar», que parece compartir raíz con «testículo», pero, en realidad, su raíz es la de tres y la de stare: el testigo es la tercera persona que hay en una situación delicada. Y no me extraña, nos encanta encontrarle sentido sexual a todo.

Al César lo que es del César

Otro caso curioso de falsas etimologías son las que se atribuyen a Julio César, que además de gran conquistador, dio pie a muchas palabras y construcciones. Como no tenía suficiente con las batallas, se ve que al hombre le dio por inventar ensaladas. En realidad la ensalada César, aunque se habla de varios orígenes, generalmente se le atribuye al cocinero italoamericano César Cardini.

Se dice que la «cesárea» también es por él, que nació gracias a esta intervención y el procedimiento lleva su nombre en su honor. Sin embargo, su origen es la Lex cesarea, que ordenaba operar a toda mujer que estuviese a punto de morir en las últimas semanas del embarazo, con la intención de salvar al hijo. En este caso el nombre procedería del verbo caedere, «cortar» en latín.

Y de forma tangencial al tema de hoy, se dice que lo del Ave César tampoco era para tanto. Resulta que la célebre frase «Ave Caesar Morituri te Salutant». Esta aciaga frase, popularizada por los cómics de Astérix y las muchas películas ambientadas en la Antigua Roma como Gladiator, es más frecuente en la ficción que en la realidad. Según recogen en un artículo sobre leyendas urbanas en la Vanguardia, algunos historiadores como Suetonio la recogen en sus libros con un inicio distinto: «Ave Imperator» en lugar de «Ave Caesar».

Ave César en Astérix

Leyendas urbanas etimológicas

Cuenta la leyenda que el nombre de «canguro» habría surgido al preguntar los occidentales el nombre de aquel animal y que los aborígenes australianos respondieran: Kan Ghu Ru. Los occidentales creyeron que ese era el nombre, pero resulta que lo que decían era «no entiendo la pregunta».

Sin embargo es más aceptable otro origen. Joan Corominas, experto en etimología, dice que entre los aborígenes australianos significaba «cuadrúpedo en general» y que también deriva de gangurru, una palabra de los indígenes Guugu Yimidhirr (una lengua aborigen australiana), que hace referencia al canguro gris o de mayor tamaño. El nombre fue escrito por primera vez, en su versión inglesa kangaroo, por James Cook el 4 de agosto de 1770 y al castellano nos llegó muy probablemente por el francés.

Algo muy parecido encontramos en la zona de México conocida como Yucatán. Dicen que viene de la conquista, cuando un español le preguntó a un indígena cómo llamaban ellos al lugar y este el indígena le contestó yucatán: no te entiendo. Otros dicen que la respuesta uh yu ka t’ann significa en maya «oye cómo hablan». Y hay una tercera versión que dice que, ante la pregunta de los exploradores foráneos, los nativos, que casualmente tenían en sus manos las gargantillas de sus mujeres, contestaron: U Yu c-atan, «son los collares de nuestras esposas».

Al parecer, la versión que tiene más adeptos es la que dice que viene de Yuk’al-tan mayab, que era la designación lingüista de su nación, y que quiere decir literalmente: todos los que hablan la lengua maya.

Pero llevarse a engaño no es infrecuente ni es algo nuevo, como bien explica Mª Ángeles Sastre en un artículo de El Norte de Castilla:

«Entre 1726 y 1739 la RAE sacó a la luz el Diccionario de Autoridades, el primer diccionario de factura académica, que intentaba ofrecer la etimología de los vocablos registrados, aunque bajo la entrada “etymología” dice que “muchos reciben engaño en las etymologías”.

Hoy los especialistas, y en general quienes tengan deseos de averiguar la procedencia de las palabras, tienen a su disposición el monumental Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980), de Joan Corominas y José Antonio Pascual. Los autores, además de ofrecer la etimología de los vocablos registrados, establecen la cronología de la aparición de dichos vocablos en la historia de los textos.

Pero hay muchas etimologías que carecen de fundamento lingüístico porque atribuyen de manera espontánea determinado origen a una palabra relacionándola fundamentalmente con otra de distinto origen o asociándola a una raíz a la que no pertenece. Se producen de este modo cambios fonéticos, morfológicos o semánticos que normalmente no tendrían lugar. Este tipo de etimología se conoce con el nombre de etimología popular.»

Veamos algunas de estas etimologías en castellano. No están todas, pero sí algunas de las más curiosas. (Haced clic en la imagen para verla mejor)

etimo_caste2

¿Quién quiere al badulaque? ♫♪♫♪

Otro fenómeno digno de mención es el de aquellas palabras que acabamos usando de una forma completamente distinta a la original y cambian de significado. Un caso destacable es el de badulaque.

En origen, badulaque no tiene nada que ver con los comercios regentados por paquistaníes, que es el significado que se le da ahora gracias a Los Simpson. Según Alfred López, proviene del mozárabe y hace referencia a un condimento compuesto de varios ingredientes, afeite según la RAE.

Posteriormente pasó a designar un guiso conocido como chanfaina. Este guiso inconsistente, con vísceras y desperdicios, hizo que el nombre pasara a definir a un tonto, a un necio, y así fue como badulaque se empezó a usar como insulto por allá el siglo XIX.

Y ya en esta última etapa —o no, quién sabe lo que le depara a este término—, un badulaque es una tiendecita donde puede encontrarse casi de todo. Al parecer, la idea de llamar así al Kwik-E-Mart fue de Carlos Revilla, director del doblaje de la serie Los Simpson y voz de Homer hasta su defunción en el año 2000.

Según López, «todo parece indicar que se inclinó por este nombre debido a la variedad de ingredientes del afeite (la primera acepción que da el diccionario) respecto a la palabra y la diversidad de productos que se vende en el comercio de Apu».

En todas partes cuecen habas

La curiosidad por el origen de las palabras se extiende a todos los idiomas y todos ellos tienen etimologías de lo más curioso. Como una de mis lenguas de trabajo es el inglés, que no el italiano o el griego o el danés, veremos algunos ejemplos de esta lengua.

Una palabra que me encanta por su historia y porque, de alguna forma, tiene un recorrido parecido al de badulaque es spam. En origen, la palabra surgió como abreviatura de spiced ham, jamón condimentado, que usó la empresa Hormel Foods en 1957 y que abastecía especialmente a los soldados durante la Segunda Guerra Mundial.

spam

¡Al rico spam!

Sin embargo, el grupo de humoristas británicos Monty Python se burló de este producto en una famosa escena en el que unos clientes acuden a un restaurante y, ¡sorpresa!, todos los platos llevan spam. Este gag le dio la fama definitiva a la palabra, que entonces pasó a designar algo abundante que nadie quiere, precisamente como los correos basura.

E igual que el origen de las palabras suscita interés, también se dan casos de etimología popular, especialmente en términos soeces o sexuales (¡cómo no!) como fuck o shit, pero no solo. Veamos algunos ejemplos:

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Entre siglas anda el juego

Con este repaso a las etimologías populares, lo que es evidente es que los acrónimos y las siglas dan muchísimo juego para inventarnos los orígenes de las palabras o encontrarles un doble sentido. Según dicen en etimologías.dechile.net, algunos filólogos aseguran que los acrónimos (creación de nuevas palabras mediante siglas) empezaron a popularizarse en el siglo XX y ponen como ejemplo la palabra «láser» (light amplification by stimulated emission of radiation) y «radar» (radio detecting and ranging), pero no está del todo claro.

Es de sobra conocido que tanto el castellano como el inglés —y los demás idiomas europeos—, tienen una gran influencia del latín y se sabe también que los romanos solían usar siglas, como atestiguan INRI, Iesus Nazarens Rex Iudaeorum (Jesús de Nazaret, rey de los judíos) y SPQR, Senatus Populusque Romanus (Senado y pueblo romano).

Sin embargo, es tan fácil dar a las siglas el sentido que uno quiere que son todo un caramelito. Aún recuerdo algunas de cuando iba al colegio: SEAT (Siempre estarás apretando tornillos), RENFE (Rogamos empujen nuestros ferrocarriles estropeados), o ADIDAS (Asociación de idiotas dispuestos a superarse).

Y lo mismo en inglés. Cuando muy desafortunadamente se desintegró el Challenger con siete astronautas a bordo, se popularizaron las siglas de la NASA como Need Another Seven Astronauts.

¿Coincidencia o nombre buscado?

¿Coincidencia o nombre buscado?

Sea como sea, hay etimologías reales muy curiosas y etimologías tan graciosas que por fuerza tienen que ser falsas, pero esto no lo vamos a cambiar ahora. Siempre nos ha gustado mucho el juego del teléfono escacharrado.

Para terminar, y aunque más abajo encontraréis bibliografía sobre el tema, si os gusta la etimología y aún más explicada con humor, os recomiendo el canal de YouTube de Vanfunfun y las entradas etimológicas de Alfred López de su blog Ya está el listo que todo lo sabe.

***

Fuentes:

Bibliografía sobre etimología:

  • Recopilatorio: http://etimologias.dechile.net/general/?Bibliografia
  • Beekes, Robert Stephen Paul, Etymological dictionary of Greek, Brill, Leiden, 2010, 2 Vol.
  • Corominas, J., Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Editorial Gredos, Madrid, 1980.
  • Navarro, Fernando, Parentescos insólitos del lenguaje, El Prado, 2002.
  • Ortega, V., Palabralogía, Ed. Planeta, col. Ares y Mares, Madrid, 2014.
  • Vaan, Michiel de, Etymological dictionary of Latin and the other Italic languages, Brill, Leiden, 2008.


El traductor creativo: juegos, aplicaciones y recursos para fomentar la creatividad

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Cierto es que hay personas más creativas que otras y hay un componente innato, pero la creatividad es una buena cualidad para el traductor y se puede mejorar. Como todo, es cuestión de regularidad y paciencia, como al aprender un idioma nuevo o al hacer dieta.

Ser creativo va más allá de estos listados, que no están mal, pero a veces rozan los textos de autoayuda.

creatividad

Sin embargo, me gustaría abordar la creatividad desde un punto de vista más centrado en el traductor y este bello oficio.

La creatividad en traducción

Seguramente hablar de creatividad en traducción nos remite a la traducción de publicidad, la transcreación o traducción de textos de marketing. Y es cierto, estos textos requieren una mayor creatividad, una mayor adaptación si se prefiere.

No obstante, para mí la creatividad es una destreza que el traductor debe poseer, sea el texto que sea. No todos los textos exigen el mismo nivel de creatividad, es verdad, pero el acto mismo de traducir es un ejercicio creativo.

En su artículo Fomentando la creatividad: una propuesta didáctica para el aula de traducción (que recomiendo fervientemente), Ana Rojo y Purificación Meseguer hablan —a través de Bayer-Hohenwarter (2009, 2010) y Guildford (1950)— de «las características de una personalidad creativa: sensibilidad ante los problemas, fluidez, originalidad, flexibilidad, capacidad de síntesis, capacidad de análisis, capacidad para reorganizar y redefinir, complejidad del sistema de ideas, y evaluación».

En traducción, estas características se resumen de este modo (y cito textualmente):

  • La aceptabilidad está relacionada con la evaluación y la capacidad para resolver problemas y establecer asociaciones. En su modelo, esta dimensión se define como la capacidad para juzgar o evaluar la adecuación de los diferentes equivalentes posibles al skopos o finalidad de la traducción.
  • La flexibilidad se concibe como la habilidad para producir giros de traducción. Dichos giros consisten básicamente en la capacidad para añadir al mensaje transmitido por las unidades meta un nivel mayor de abstracción (usando soluciones más vagas, generales o abstractas) o de concreción (evocando una idea o imagen más explícita, detallada o precisa), o simplemente para modificarlo de algún otro modo (usando giros que mantienen el mismo nivel de abstracción, pero cambian la idea o imagen).
  • La originalidad se refiere al carácter único de las versiones de traducción producidas.
  • La fluidez se concibe como la serie de características que apuntan a la capacidad del traductor para producir diferentes versiones de una unidad del texto origen de forma automática y con rapidez.

Unas características deseables en cualquier proyecto de traducción, ¿no os parece?

Por su lado, Sara Barrena, en su artículo La traducción: una actividad creativa dice que para traducir bien hacen falta «en primer lugar, habilidades: un buen conocimiento de las lenguas, especialmente de aquella a la que se traduce. Es necesario saber redactar bien, ser capaz de expresar con claridad la idea que se tiene en la cabeza al leer el texto en el idioma original», pero eso no basta y añade la capacidad de trabajo, porque «no todo es cuestión de inspiración. Se requiere mucha dedicación y constancia. Para que la idea surja aparentemente sin esfuerzo hace falta una mente disciplinada y fértil».

Pero destaca también que se necesita «una cierta capacidad creativa. Para traducir es importante la actitud, la mente debe estar desbloqueada y la imaginación estimulada. Esa actitud es importante para poder sentir y escuchar el significado del texto, no sólo con la mente, sino también con el corazón y la imaginación, como debería hacerse cada vez que uno intenta escribir algo».

Y es que la base para la creatividad, aunque pueda parecer lo contrario puesto que parecería que uno solo se fija en los demás, es leer. Leer de todo y no solo en nuestra lengua B sino también en nuestra lengua materna, tanto originales como traducciones. Leer en lengua B nos ayuda a seguir mejorando el idioma de partida y leer en nuestro propio idioma enriquece nuestro vocabulario y nos ayuda a mejorar la redacción.

¿Y las traducciones? Pienso que leer las traducciones de los demás te brinda ciertas técnicas que pueden servirte en tus propios textos. Seguro que no soy la única que leyendo un original en inglés ha pensado «¿Y cómo habrán traducido eso al español?» o bien leía una traducción y ante una frase realmente bien construida, una palabra o un giro especial, ha consultado el original. Y sí, también descubrimos errores en algún texto traducido, pero ¿no va bien detectarlos para saber cómo evitarlos en un futuro? Pues eso, ¡a leer se ha dicho!

No obstante, en este sentido, también creo que el traductor debe ejercitarse como lo haría un escritor, y por eso esta entrada va dedicada a los juegos, aplicaciones y recursos para escribir más novedosos.

Juegos de mesa y aplicaciones lúdico-didácticas

No es necesario estudiar para ser creativo. A veces basta con descansar la mente en nuestro tiempo libre y dedicarnos a los pasatiempos que más nos gustan, ya sean la jardinería, la repostería, el dibujo, etc. Los juegos también son una manera estupenda de entrenar la mente y divertirnos a la vez. Además, van muy bien para enseñar un idioma, como por ejemplo este juego de la oca para practicar las preposiciones.

Tenemos juegos clásicos como el Tabú o el Scrabble, y sus imitaciones, como el Apalabrados para el móvil, del que me declaro adicta. ¿Qué nos aportan estos juegos? Para empezar, el Scrabble/Apalabrados puede servirnos para aprender vocabulario nuevo. En el caso de la aplicación, tienes la opción de ver la definición de la palabra con la que juegas. Seguro que más de uno (me incluyo) ha aprendido gracias a este juego qué significa oxear por tener una x que no sabía dónde colocar.

Letras, letras y más letras. Fotografía de Taro Taylor.

Letras, letras y más letras. Fotografía de Taro Taylor.

Pero hay vida más allá de los juegos que se basan en palabras únicamente (como Verbalia o Mixmo) y creo que como traductores, sobre todo si nos enfrentamos a textos literarios o más creativos, no está de más practicar la expresión escrita en forma de historias, haikus, microcuentos, etc.

En Literautas —si os gusta escribir y no conocíais el blog, ¡ya tardáis!— nos traen las reseñas de algunos juegos de mesa para narrar historias, como por ejemplo Black Stories, para amantes de la novela negra y de intriga o Érase una vez, para los que prefieren los cuentos de hadas.

Sin embargo, uno que me encanta y que he usado para escribir algunas historias y para hacer ejercicios de narrativa en mis clases de inglés es Rory’s Story Cubes. La mecánica es facilísima, tan sencilla como tirar los dados e imaginar una historia con las imágenes que nos han salido. En las instrucciones hay algunas reglas, pero cuantas menos uses, mejor y más libre eres para crear la historia.

  • El set naranja, el original Rory’s Story Cubes, que contiene los nueve dados básicos con 54 pictógrafos que te brindan miles de millones de posibilidades en cada tirada.
  • El set azul, la expansión Acciones (actions), que se puede usar en solitario o en combinación con los otros sets y contiene verbos o acciones estándar.
  • El set verde, la expansión Viajes (voyages), que también se puede usar en solitario o en combinación con los demás sets y que contiene 54 pictógrafos para crear aventuras, fantasía, épica narrativa y ficción especulativa.

Luego están los sets más pequeños y especiales que solo llevan tres dados: la miniexpansión rosa para historias fantásticas (magia, hechizos, etc.), la miniexpansión verde centrada en la prehistoria (dinosaurios, fósiles, meteoritos) y la miniexpansión lila se centra en pistas para crear historias de misterio (investigaciones, asesinatos, venenos, fichas de ajedrez…).

La colección completa de los Story Cubes

La colección completa de los Story Cubes

Si aún no estáis convencidos, podéis echarle un vistazo a sus aplicaciones didácticas, aunque como ya he comentado anteriormente, ¡la creatividad al poder! Cuantas menos reglas y restricciones, mejor.

Microcuentos: el buen perfume se vende en frasco pequeño

Con los dados que acabamos de ver se pueden escribir historias y cuentos con la longitud que queramos, pero si nos falta tiempo para escribir textos medios-largos, ¿por qué no empezar con algo mucho más corto?

Sin duda, el más célebre es el de Augusto Monterroso: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí», pero hay muchos más y de escritores conocidos:

  • «Hay novelas que aun sin ser largas no logran comenzar de verdad hasta la página 50 o la 60. A algunas vidas les sucede lo mismo. Por eso no me he matado antes, señor juez». Juan José Millás
  • «No se enamoró de ella, sino de su sombra. La iba a visitar al alba, cuando su amada era más larga». Alejandro Jodorowski
  • «No sabemos si fue a causa de su corazón de oro, de su salud de hierro, de su temple de acero o de sus cabellos de plata. El hecho es que finalmente lo expropió el gobierno y lo está explotando. Como a todos nosotros». Luisa Valenzuela
  • «Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años. Fue una de esas tragedias familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa. Veinte años después mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse. En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en el interior. “Este es un mundo como otro cualquiera”, decía el mensaje». Luis Mateo Díaz

De hecho, en un estudio que podemos encontrar en el Centro Virtual Cervantes, nos dan algunas pistas de por qué el microcuento de Monterroso nos sorprende tanto y, por ende, qué elementos contribuyen al éxito de una historia tan breve: la elección de un tiempo gramatical impecable, una equilibrada estructura sintáctica (alternando tres adverbios y dos verbos), el valor metafórico, subtextual, alegórico, de una especie real pero extinguida (los dinosaurios) y la fuerza evocativa del sueño (elidido), la ambigüedad semántica (¿quién despertó?, ¿dónde es allí?), la pertenencia simultánea al género fantástico (uno de los más imaginativos), al género de terror (uno de los más ancestrales) y al género policíaco (a la manera de una adivinanza), entre otros.

Si os apetece saber más, echadle un vistazo a este artículo de Meritxell Terrón, Los secretos de los microrrelatos, en el que explica qué es un microcuento y da algunas claves para su redacción.

Creative-Writing-Tips

Si queremos más brevedad aún, siempre nos queda la maravillosa iniciativa de las Six word stories. Aunque no lo parezca, en tan pocas palabras se pueden decir muchas cosas, como la tragedia que cuenta una de las historias breves más famosas, atribuida a Hemingway: «For sale: baby shoes. Never worn» o esta otra de autor desconocido: «Goodbye, mission control. Thanks for trying».

En esencia, estas historias de seis palabras deben condensar una vida, no son meras frases como «Esa mañana fui a la peluquería» o lemas inspiradores del tipo «Vive a tope, nada de arrepentimientos», por decir algo. También pueden ser frases que tengan un gran carga emotiva.

Aquí van algunos ejemplos en inglés:

  • Dad left; a flag came back.
  • Introduced myself to mother again today.
  • The smallest coffins are the heaviest.
  • He hit send, then a tree.

Y en castellano:

  • Vendo vestido de novia sin usar.
  • Piel de distinto color, mismas lágrimas.
  • Sigo soñando que mi padre habla. (propio)

Podéis encontrar más en cuentas de twitter como sixwordshort (EN) y enseispalabras (ES), entre muchas otras.

Recursos en línea

Ya para terminar, si os ha entrado el gusanillo de escribir o jugar con la lengua, aquí van algunos enlaces útiles:

1. Páginas o diccionarios especiales: porque no todo es el DRAE ni el diccionario bilingüe de Wordreference.

2. Sinónimos y antónimos: todos los días gallina amarga la cocina, dicen. ¿Tú cueces o enriqueces? Pues eso, en la variedad está el gusto y debemos aprender a evitar repeticiones y verbos comodín.

3. Rimas: muy útil en literaria o audiovisual cuando hay que adaptar algún juego de palabras o expresión que rima.

4. Aplicaciones varias:

También os recomiendo echarle un vistazo a todo lo que hacen en Molino de Ideas. Nunca sabes con qué te van a sorprender, pero seguro que algo aprendes.

Con esto terminamos por hoy. ¿Qué? ¿Escribimos algo? ¿Os atrevéis a dejar algún microcuento o historia en seis palabras en los comentarios? ¡Animaos!


1001 recursos para aprender idiomas

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Lo bueno se hace esperar y aprender un idioma no es una excepción. Para desesperación de alumnos y alegría de profesores, no hay atajos o pastillitas milagrosas que le confieran a uno la capacidad de hablar un idioma nuevo en tres días.

Aunque hay cursos que prometen maravillas, el aprendizaje de un idioma necesita tiempo y disciplina. Como profesora de inglés además de traductora, siempre digo a mis alumnos que no basta con lo que vemos en clase: tienen que leer (libros, periódicos), sumirse en la cultura (si viajar al otro país no es una opción, sí lo son la radio y la televisión del país, estar en contacto con nativos, etc.) y no dejar de practicar.

Welcom

Y no, en el colegio no lo ponen nada fácil tampoco. Digamos que en una clase hay unos treinta alumnos, ¿qué trabajo individualizado puede hacerse? ¿Cómo se puede trabajar la fonética y la misma expresión oral en una sesión de 60 minutos, si llega, con un grupo tan numeroso? ¿Y qué decir de las asignaturas de ciencias que ahora se hacen en inglés, la mayoría, con profesorado que muchas veces no está preparado para tal? No es sencillo.

Aprender un idioma requiere trabajo, muchas ganas y echarle horas. No hay subterfugios. Y sí, hay que estudiar gramática que, al fin y al cabo, es el andamio de una lengua y ya se sabe que no se puede empezar una casa por el tejado. ¿Estudiar los phrasal verbs en inglés es un incordio y se os atragantan los verbos irregulares? Pues lamentándolo mucho hay que pasar por ahí. Ahora bien, hay muchos otros recursos para que aprender un idioma no sea tan aburrido y podemos echar mano de Internet para eso.

¿Por qué y para qué estudiar idiomas?

Si eres traductor, la respuesta es obvia. Necesitas que tus herramientas de trabajo estén en perfecto estado. Debes conocer a la perfección tu lengua materna (parece de cajón, pero a veces no lo es) y también el idioma del que traduces para no cometer errores de sentido, para empezar. Y sí, conocer a fondo la gramática y sus particularidades es esencial.

Además, conocer o trabajar con más de un idioma también nos permite establecer relaciones entre ellos (si no son completamente distintos) que a veces pueden darnos pistas para la traducción de según qué palabra o expresión.

Para todos en general, hay muchos beneficios. Aquí van algunos que recogió en un artículo el Huffington Post:

  1. Mejor flexibilidad cognitiva: los adultos que hablan dos lenguas desde su infancia tienen más facilidad para adaptarse a situaciones nuevas o inesperadas.
  2. Agilidad mental durante más tiempo: la gente que habla dos o más lenguas (aunque las haya aprendido de mayor) muestra mayores capacidades cognitivas, sobre todo en cuanto a tests de inteligencia general y de lectura.
  3. Las palabras se ven de una forma distinta a como lo hacen los monolingües: los que hablan varios idiomas procesan ciertas palabras más rápido.
  4. No hay inmunidad al Alzheimer, pero sí se desarrolla de forma más tardía: según algunos estudios, las personas bilingües desarrollan esta enfermedad cuatro o cinco años más tarde que las monolingües.
  5. Los niños resuelven mejor los problemas: los niños bilingües realizan mejor las tareas que implican creatividad y capacidad de resolución de problema.s
  6. El cerebro cambia de tarea con más facilidad: según un estudio, los niños bilingües pueden cambiar de tarea más rápidamente.
  7. La capacidad de pensar en otro idioma ayuda a tomar decisiones más razonables: pensar en otra lengua nos da cierta distancia, de modo que ayuda a tomar decisiones más deliberadas y menos dependientes de las emociones.

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Como hace un tiempo hablamos ya de los diccionarios de una forma más exhaustiva, esta vez encontraréis páginas más variadas. Pero, como decía al principio, todo requiere un trabajo y no solo se aprende por Internet ni con unos enlaces, ¿eh? Lo mejor es una combinación de varias cosas: clases, intercambios lingüísticos (los ofrecen en muchas ciudades), ver cine en versión original, pasar un tiempo en el país en cuestión, etc.

A continuación, pues, os propongo una buena colección de enlaces en varios idiomas para que vayáis probando suerte. Los idiomas están recogidos en orden alfabético, pero los enlaces no siguen ningún orden en particular dentro del listado. Si estáis estudiando algún idioma en concreto y tenéis algún recurso que os ha ayudado, no dudéis en aportarlo en los comentarios. ¡A aprender!

Páginas generalistas con varios idiomas

Languages of the world word cloud illustration. Word collage concept.

Alemán

Que no os disuadan las declinaciones y las palabras largas (a menos que sufráis de hipopotomonstrosesquipedaliofobia), el alemán no es tan fiero como lo pintan. De verdad.

Además de las páginas que encontraréis a continuación, os recomiendo el blog Crónicas Germánicas, en el que su autora, Elisabet, aborda la cultura alemana desde un punto de vista ameno a la par que instructivo. Y, por supuesto, también el de André Höchemer, Alemol.

Diccionarios:

Árabe

El árabe dejó una fuerte impronta en el castellano y aún ahora seguro que habrá vocabulario que os suene. Echadle un vistazo también a este artículo de Sahara Al-merabethttp://www.garnatatraducciones.com/y-si-estudio-arabe/ o al blog Lengua árabe.

Castellano

Apartado dedicado a los no nativos, claro, aunque en la sección de diccionarios encontraréis recursos muy valiosos también.

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Diccionarios:

Enciclopedias:

Catalán

Como lengua del territorio español, si alguna vez habéis sentido curiosidad, aquí van algunas páginas interesantes.

Diccionarios:

Chino

Muy útil por su gran cantidad de hablantes y por los negocios que se hacen actualmente con China, no es un idioma fácil, pero vale la pena. No os perdáis los blogs Aprender la lengua china (http://chinoenelremolino.blogspot.com.es/) y Xinès per a catalans (http://www.xinespercatalans.cat/category/els-basics/), así como las peripecias de Olatz Rodríguez en China y las publicaciones de Teresa Moya.

Coreano

Esperanto

Un intento de lengua franca que ha perdido fuelle en los últimos años. Sin embargo, si os apetece echarle un ojo como curiosidad, aquí tenéis algunos enlaces.

Finés

Francés

El idioma del romanticismo y el amor, una lengua melosa y bonita de aprender. Si además de estos enlaces, queréis aprender argot, visitad el blog de Laeticia Abihssira Parlons l’argot!

Diccionarios:

Griego

Inglés (ESL – English as a Second Language)

Inglés con películas y series:

  • Film English: http://film-english.com/ (mejor aprovechado como recurso para impartir clases, pero es muy original y los clips tienen un contenido que se puede explotar bien)
  • Ororo.tv: http://ororo.tv/es (algunos subtítulos dejan que desear)

Blogs:

Diccionarios:

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Italiano

Un idioma bellísimo de un país que fue y sigue siendo cuna de la cultura.

Diccionarios:

Japonés

Muy de moda actualmente, es un idioma complejo, pero que trae muchas satisfacciones. Además de estos enlaces, no os perdáis la colección de libros de Japonés en viñetas y las publicaciones de Marc Bernabé en general.

Latín

¿Y por qué no? Muchas lenguas europeas se nutren del latín y podemos aprender muchísimo con la etimología.

Noruego

Polaco

Portugués

El país vecino tiene mucho que aportar y aunque podría pegar aquí un montón de enlaces, os recomiendo echarle un vistazo a esta página del Servicio de bibliotecas de la Universidad de Extremadura: http://biblioguias.unex.es/content.php?pid=195812&sid=1640170.

Diccionarios:

Ruso

Diccionarios:

Sueco

Tailandés

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No está mal para empezar, ¿no? Y no, no están todos los enlaces ni todos los blogs, así que si echáis en falta alguno, no dudéis en dejarlos por aquí. ¡Hasta la próxima!


Aprender idiomas leyendo

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Dicen que la ignorancia se cura leyendo, que los libros son puertas a otros mundos y nos estimulan la curiosidad y la creatividad. Por eso, leer en otro idioma nos ayuda a aprenderlo de una forma más práctica (más allá de aprenderse las estructuras gramaticales o la lista de verbos irregulares) y también nos ayuda a sumirnos en una cultura que nos es ajena.

En la última ocasión vimos una buena colección de recursos para aprender idiomas y hoy me gustaría profundizar en la lectura para aprender una lengua —el inglés, aunque es extrapolable a muchos otros—, en cómo aprovechar bien la lectura y disfrutar al mismo tiempo.

¿Cómo lo hago?

¿Recuerdas la última vez que compraste un libro en otro idioma? Tal vez acabaste cerrándolo para siempre al leer unos cuantos capítulos y te escudaste en que la obra era demasiado difícil, aburrida o larga. Al intentar en varias ocasiones leer los grandes clásicos de la literatura, ¿los has dejado a un lado y no has vuelto a coger un libro en otro idioma? No te rindas tan pronto, que aquí llegan unas recomendaciones que te inspirarán a leerlo todo, ya sea un periódico o una novela.

Estos consejos nos los brindan los profesores de la academia madrileña Solo Idiomas y son universales, de modo que no importa si eres un alumno de una escuela de idiomas o aprendes una lengua por tu cuenta.

  • La lectura, uno de los métodos más efectivos del aprendizaje, debe hacerse idealmente dependiendo del nivel del estudiante. Es decir, es preferible elegir no solo un libro popular que quieras leer sino uno adecuado a tu nivel del idioma. De este modo le sacarás mucho más provecho, encontrarás más palabras conocidas que te harán sentir seguro a la hora de leer (y no te aburrirás), así como expresiones, términos y giros que no hayas escuchado o leído antes.
Como cuando se lee en el idioma materno, no es lo mismo leer X que leer Y.

Como cuando se lee en el idioma materno, no es lo mismo leer X que leer Y. Viñeta de Liniers.

  • No te pongas nervioso a la hora de leer si las palabras desconocidas te impiden tenerlo todo claro. Al principio trata de entender de qué trata el capítulo en general, cuáles son los protagonistas, dónde suceden los acontecimientos, etc.
  • No traduzcas cada palabra que no conozcas: requiere mucho tiempo, entorpece la lectura y al final te aburrirá. Buscar una palabra en el diccionario te aleja del proceso de lectura. Recomendamos prestar más atención a las expresiones en diálogos, que pueden ser modismos y frases hechas usadas en la vida real. Tradúcelas si se han repetido varias veces en el texto, pero una vez hayas terminado de leer.
  • Usa post-its, subraya o marca las expresiones que te parezcan interesantes para buscarlas en el diccionario después. Leer nos ayuda a ampliar el vocabulario, pero no tengas prisa en buscarlo todo en el momento.
  • Compra un periódico en el idioma que estés aprendiendo. La lectura de artículos recientes ofrece dos ventajas: por un lado puedes conocer palabras nuevas de distintos sectores y al mismo tiempo te haces una idea de los acontecimientos que están pasando en diferentes países, de modo que siempre tendrás un tema de conversación con un nativo. Además, estar al corriente de lo que nos rodea nos ayuda a entender el mundo y nos da herramientas para traducir, también.
  • Las obras clásicas son recomendables para un nivel avanzado, cuando ya eres capaz de enfrentarte a construcciones sintácticas complejas, a entender y detectar las palabras más arcaicas y poder seguir bien la historia.
  • Otro consejo para los estudiantes avanzados es equilibrar dos cosas: busca un libro según tu campo profesional o afición y asimila así información adicional sobre cosas que realmente te interesan al tiempo que mejoras el idioma.
  • Si todavía tienes miedo de enfrentarte a obras grandes por temor a no entender el concepto del libro, te proponemos una alternativa: leer libros biográficos, que generalmente tienen un vocabulario más neutro y están escritos en primera persona.
  • Acostúmbrate a leer unas 10-15 páginas cada día. Así seguirás bien la trama y te costará menos si te resulta pesado leer en otro idioma.
  • Recuerda que casi toda novela es un manual del folclore de un pueblo, de sus usos y costumbres, gracias a las referencias culturales que encontrarás. Al leer conocerás más detalles sobre la cultura y los acontecimientos importantes de su historia y eso es impagable. Leer siempre compensa.

¿Con ganas de más? David Cantone nos ofrece su punto de vista y sus recursos aquí:

Tipos de lectura

Actualmente tenemos muchas facilidades para leer en otro idioma. Es muy cómodo comprar por Internet si no encontramos variedad en la librería del barrio. Pero ¿todo vale? Bueno, no todo. Uno de los consejos anteriores era adaptar la lectura según el nivel y por eso empezamos con las lecturas graduadas.

Casi todas las editoriales de material educativo en inglés (igual que muchas otras en los distintos idiomas) publican libros adaptados según el nivel del estudiante. Hay opciones para todos los gustos. Para empezar, tenemos los libros solo en inglés de historias originales o con versiones abreviadas y adaptadas de los clásicos, que suelen ir acompañados de ejercicios y un glosario.

Libro de la editorial Oxford: lectura adaptada con ilustraciones atractivas. Contiene ejercicios, texto y el glosario dentro de la misma página.

También podemos encontrar libros con el CD, el audiolibro, para ir escuchándolo a la vez. La gran ventaja de este tipo de obras es que nos permite incidir en la pronunciación. Si leemos mucho, pero no escuchamos, lo pronunciaremos todo a nuestra manera. Por ejemplo, un choir dicho tal cual, con ch, cuando es más bien una k (/ˈkwaɪəʳ/).

Y también podemos optar por los libros bilingües. Estos nos facilitan la comprensión, aunque al tener el texto ya traducido, es un paso más que el estudiante no realiza y que puede ayudarle a aprender. Las ediciones bilingües suelen ser grandes obras y no suelen estar adaptadas por niveles.

Ejemplo de libro bilingüe: The Mexican, de Jack London. Traducción y original en cada página para leer con mayor comodidad. [Traducción de Laura Salas]

Cuando ya tienes un nivel alto, equivalente a Advanced o Proficiency, puedes atreverte sin miedo con las novelas originales.

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Algunos estantes con libros para los alumnos de nivel Proficiency en la escuela en la trabajo.

En definitiva, hay que encontrar el modo de no frustrarte leyendo y eso se consigue siendo consciente del nivel y trabajando para mejorar.

Recursos y enlaces para aprender inglés leyendo

Si queréis practicar por Internet además de usar los libros recomendados anteriormente, aquí van algunos enlaces y recursos:

Y recordad que no hay fórmulas mágicas para aprender un idioma, pero leer es una estupenda manera de empezar.

No os perdáis las tiras de Liniers sobre la maravillosa Enriqueta.

No os perdáis las tiras de Liniers sobre la maravillosa Enriqueta.


Pasión prehistórica: novelas eróticas con dinosaurios

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¿Mama, qué será lo que tiene el dino? Bueno, depende de a quién se le pregunte. El público general dirá que los dinosaurios fascinan por su gran tamaño, por su desaparición repentina —que durante mucho tiempo careció de explicación—, y porque interesarse por ellos ayuda a adquirir también conocimientos muy variados (evolución, cadenas alimentarias, biodiversidad, geología, fosilización). Sin embargo, las mentes más calenturientas se centrarán muy seguramente en sus miembros, más grandes de lo normal, claro.

Y esto es de lo que hablaremos hoy: las novelas eróticas con dinosaurios. Como ya sabéis, no es la primera vez que hablamos de erotismo en este blog —novelas románticas, eróticas, sexo, censura, etc.—, pero hoy le daremos una vuelta de tuerca.

Los dinosaurios en la cultura popular

Aunque esta ¿corriente literaria? es nueva, la fascinación por los dinosaurios no es de ahora. La cultura popular se ha nutrido de estos referentes y esta temática, de la que se vivió un boom indiscutible en los años 90. Como hija de los 80 que vivió la infancia y adolescencia en los 90, recuerdo que los dinosaurios estaban por doquier.

Había muchas series de dibujos animados con estos reptiles, pero seguro que muchos recordareis con cariño Dinosaurios (1991-1994). En esta serie creada por Jim Henson se seguía la vida de una familia de dinosaurios representados con características humanas, los Sinclair. De hecho, siempre me pareció una versión prehistórica de Cosas de casa.

 

Siguiendo esta línea de humor, los dinosaurios estaban presentes hasta en series como Friends, ya que uno de sus personajes, Ross Geller, era todo un experto.

 

Y no solo hablamos de la combinación dinosaurios y humor. Jurassic Park también se estrenó en esa década, concretamente en 1993, tres años después de la publicación de la novela de Michael Crichton. Más tarde se estrenaría The Lost World: Jurassic Park (1997), y ya en este siglo, Jurassic Park III (2001) y Jurassic World (2015). Un fenómeno en sí mismo del que se han hecho cómics y también videojuegos.

Erotismo animal

Pero ¿en qué momento pasaron a ser objeto de deseo? Imagino que en parte puede deberse al fenómeno fanfic. La etiqueta fan fiction engloba aquellos relatos de ficción escritos por fans de una película, novela, programa de televisión o cualquier otro trabajo literario o dramático en los que se utilizan los personajes, situaciones y ambientes descritos en la historia original y se desarrollan nuevos papeles para estos personajes.

Aunque es cierto que no es lo mismo que un fanfic de Harry Potter (historias con gran carga erótica) o Crepúsculo (obra que, dicho sea de paso, fue el germen de Cincuenta sombras de Grey), podría ser una derivación de esta corriente, junto con la pasión por las novelas románticas y lo diferente. ¿Mezclar monstruo y erotismo? ¿Por qué no?

No obstante, una vez más, mezclar lo animal y lo humano tampoco es nuevo ni da como resultado aberraciones y un buen ejemplo de esto es la novela Oso, de Marian Engel. Publicada por primera vez en 1976 en Canadá, en su momento causó gran revuelo. ¿Por qué? Basta con leer la sinopsis: «La joven e introvertida Lou abandona su trabajo como bibliotecaria cuando se le encarga catalogar la biblioteca de una mansión victoriana situada en una remota isla canadiense, propiedad de un enigmático coronel. Ansiosa por reconstruir la curiosa historia de la casa, pronto descubre que la isla tiene otro habitante: un oso. Cuando se da cuenta de que este es el único que puede proporcionarle algo de compañía, surgirá entre ellos una extraña relación. Una relación íntima. Inquietante. Nada ambigua. Gradualmente, Lou se va convenciendo de que el oso es el compañero perfecto, y emprende un camino de autodescubrimiento. En todos los sentidos».

Original y traducción de Magdalena Palmer para Impedimenta

Original y traducción de Magdalena Palmer para Impedimenta

El sexo es siempre un tema tabú y más aún cuando se relatan relaciones consideradas «desviadas» (bestialismo, necrofilia, incesto, etc.), pero esta novela es un canto a la naturaleza y está escrita con tanta belleza (tanto en su versión original y como en su traducción), que la narración fluye con elegancia hasta tal punto que la relación de la protagonista con el oso convence y ni siquiera nos provoca extrañeza.

Cuestión de (sub)género

Como fenómeno, estas historias con animales (sobre todo prehistóricos) se enmarcan en un género denominado monster erotica, que engloba seres como yetis, grifos, minotauros y hasta extraterrestres en novelas que llevan títulos tan sugerentes como Cum For Bigfoot, Frankenstein’s Bitch, Milked by the Aliens o Taken by the T-Rex.

En general, los escritores de este género defienden que el sexo con monstruos difiere del sexo con animales en que los monstruos suelen ser seres inteligentes que controlan el encuentro sexual. Sin embargo, no es infrecuente que haya escenas de sexo no consensuado, algo que Amazon penalizó en 2013 retirando muchas obras de este tipo.

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Y es que la mayoría de estas obras son autopublicadas, en principio porque es mucho más fácil llegar al lector y porque no hay mucho interés por parte de las editoriales. Sí se publican novelas románticas o eróticas con personajes fantásticos —yo misma he traducido libros de la serie Fever de Karen Marie Moning, en la que aparecen hadas y seres monstruosos—, pero estos se engloban en la romántica paranormal, que no llega a las excentricidades de algunos libros del género erótico monstruoso.

Después, claro está, tenemos el subgénero que nos ocupa, el dinosaur erotica, centrado únicamente en los escarceos amorosos y eróticos entre humanos y dinosaurios de todas las orientaciones sexuales. Algunas obras son Ravished by the Triceratops, Mating with the Raptor o A Billionaire Dinosaur Forced Me Gay.

Las obras eróticas con dinosaurios, también autopublicadas y de extensión corta, se ambientan en una época prehistórica en la que coinciden dinosaurios y humanos en la Tierra. El personaje principal suele ser una intrépida cazadora que salva a su tribu del dinosaurio malote de turno mediante el sexo. [SPOILER] Diría «acostarse», pero en realidad no funciona así la cosa y la muchacha debe hacerle un apaño ante la imposibilidad de acoger semejante miembro.

Aunque hay varios autores que escriben historias de este subgénero, como Pippa Pout, Chuck Tingle, Hunter Fox, las que se llevan la palma son Christie Sims y Alara Branwen (todo pseudónimos). Entre estas últimas habrán escrito ya unas sesenta historias con dinosaurios calenturientos y son las pioneras del género sin lugar a dudas.

Pero ¿cómo se le ocurre a alguien escribir algo así? Branwen cuenta que cuando trabajaba de cajera en un supermercado, una compañera le comentó que mucha gente publicaba sus historias de ficción en Internet y la animó a escribir algo erótico. Después de investigar un poco decidió probar suerte con el género de la erótica con monstruos y escribió Doing the Dragon, historia en la que una muchacha acaba enrollada con un… dragón, claro. Tuvo tanto éxito con esta obra que dejó el trabajo y siguió escribiendo a cuatro manos con Christie Sims.

En una entrevista, estas autoras cuentan que un día, pensando en Jurassic Park, imaginaron el sexo entre humanos y dinosaurios, les hizo muchísima gracia y cayeron en la cuenta de que no se había escrito algo así. Y el resto es historia… con erótico resultado.

Sexo con dinosaurios

Pero ¿esto cómo se come? (no pun intended) Digo, que cómo se hace, cómo se plantea una relación sexual entre humanos y dinosaurios. Teniendo en cuenta el tamaño de estos seres, no hay muchas posturas factibles. En realidad, no todos los dinosaurios eran gigantes, pero los que suelen aparecer en estas obras sí lo son. Si se hace, se hace bien, ya puestos.

Por lo tanto, el sexo es distinto al que tendrían los dinosaurios para reproducirse y los movimientos son algo limitados. Las muchachas acaban dándole más placer al animal que a la inversa. Pensad en el Tyrannosaurus rex y sus patitas.

Con esos bracitos, imposible.

Con esos bracitos, imposible.

Como en cualquier otra historia, la ambientación y las sensaciones son muy importantes, así que se juega mucha más con eso que con el acto sexual en sí. Hay que pensar, además, que estas obras son muy breves, no suelen exceder las veinte páginas y no hay lugar para mucha floritura tampoco: la aldea está amenazada, la muchacha se ofrece (o la ofrecen) como tributo, va al encuentro del dino, tontean, se produce el acto en sí y al final este le perdona la vida y la del pueblo. Este es el resumen de In the Velociraptor’s Nest (como el de otras historias) y aquí os ofrezco un fragmento:

Azog stood, back to the wall, clad only in damp buckskins, waiting for the beast to slash at her torso until she lay helpless and bleeding on the damp cave floor. She wondered if it would kill her first, or if her limbs would be sliced from her body as the beast gorged on her.

Instead, it reached out with a classed hand to snatch at her damp animal hide as it clung to one shoulder. Azog felt the kiss of sharp claws against her skin as the hide slid from her shoulder and exposed on naked, heaving breast. The raptor paused, curious, sniffing at her as she pressed desperately against the wall.

A reptilian tongue, stiff and hot, dashed out to lick at the tender, naked flesh so suddenly exposed. Azog gasped at the touch, then gradually relaxed as her body warmed to the intoxicating sensation of the beast’s flesh against her own.

She wasn’t sure if her sudden arousal was because of her earlier thwarted climax in the cool stream, or if she was just desperate for one last pleasant sensation before being torn limb from limb by the great, scaly beast. Either way, Azog relished the rasp of its tongue, hot and rough, on her sensitive skin.

Y aquí la propuesta de traducción:

Con la espalda pegada a la pared y vestida tan solo con unas pieles mojadas, Azog esperaba que la bestia le rasgara el torso y la dejara desangrándose en el húmedo suelo de la cueva. Se preguntaba si la mataría primero o si le arrancaría las extremidades para empezar a atiborrarse de ella después.

Pero no. Alargó la pata y le cortó el tirante de cuero animal que le colgaba de un hombro. Azog notó el roce de sus afiladas garras en la piel al tiempo que el cuero le caía por el brazo y dejaba sus pechos al descubierto. El raptor se quedó quieto, curioso, y empezó a olisquearla; ella se pegó a la pared cuanto pudo.

Con su lengua de reptil, dura y mojada, le lamió la piel tierna y desnuda. Ella jadeó al notarla, pero se fue tranquilizando poco a poco, dejándose llevar por la sensación embriagadora de la piel de la bestia contra la suya.

No estaba segura de si esa excitación repentina se debía al clímax de antes en el riachuelo, o si simplemente ansiaba una última sensación placentera antes de que el enorme dinosaurio la desmembrara. Fuese como fuese, le encantaba la aspereza de su lengua, tan dura y caliente, en contacto con su piel sensible.

 

Ya veis que no hay intento de humanizar al dinosaurio ni hay especies nuevas como el Indominus rex de Jurassic World (2015). No son reptiles especiales, nada de triceracock, pterodicktyl o penisaur. No, no son rabosaurios ni pterotáctiles, pero al parecer tienen rex appeal.

Como explicaba al principio, el tamaño es fundamental en estas historias y se pueden encontrar frases tan sensuales, ejem, como estas:

  • I couldn’t believe this was happening… I had a ten-ton monster licking my ass! (Ravished by the Triceratops) Imagino que finuras las justas.
  • I decided that I probably could get all this meat in me. (Ravished by the Triceratops) Hablar de carne así me transporta siempre a una carnicería.
  • She had never touched a man before, and she had been taught to hate and fear the Orcs. Her tangle of emotions warred as Kierna stroked him carefully through his trousers. (Fragmento de The Orc Chief’s Virgin Tribute) ¿Soy la única que piensa en un uruk-hai?
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Ilustración de Ryan Klemek

Supongo que si habéis llegado hasta aquí es porque queréis saber algo más de cómo consuman. Si sois aprensivos, no sigáis leyendo. Veamos cómo se desarrolla, fragmento a fragmento. Este es un resumen de Taken by the T-Rex:

1. El dinosaurio ha pasado por la pequeña aldea y ha dejado un rastro de muerte y destrucción:

Drin screamed her anguish as her eyes fell upon the smashed body of her mother. Her legs had been savagely bitten off and eaten, allowing blood to splash across the crushed walls of her home.

2. Un grupo parte en su búsqueda para acabar con él. Drin, la protagonista, descubre pronto que el dino tiene algo…

The big lizard gave a thunderous, roaring scream as the springy branch full of pointed sticks connected sharply with the tip of the T-Rex’s nose. Although it did little actual damage, it served to make the animal jump and lose its temper even more. Drin’s stomach muscles clenched in delicious pleasure as she heard the beast roar. This was what excited Drin.

3. El animal la persigue, pero ella siente algo más que miedo.

Springing along the trail, suddenly as horny as hell, Drin had to fight the urge to touch herself between the legs as she ran and the big lizard gave chase.

4. El dinosaurio la acorrala al final. El olor que desprende ella también le llama la atención y saca la artillería pesada:

Below her feet was an object which she was unable to identify, two feet in length at least, it was as thick as her arm at the elbow, except for the end which tapered down to a blunt point, dark red and solid.

5. Empiezan las maniobras, pero él no consigue penetrarla. No obstante, ese roce es placentero para ella.

Once again, the big lizard tried to push itself inside her and was unable to, merely grinding her dampening cunt hard against its stiff cock.

6. En un intento de aplacar a la bestia, Drin debe tomar medidas.

Reaching down as the big lizard smashed forward once more, she caught the girth of its fat cock in her hands and drew it towards her body, increasing the area of nerve endings which were being stimulated. The T-Rex seemed to appreciate the gesture; it growled out a moan of pleasure and started to pound away at her flesh, the tapered tip of his penis sliding between her swollen breasts.

7. La anatomía del saurio la tiene embelesada. Como sucede con muchos otros relatos eróticos, llegar a la hilaridad no es difícil. Aquí, con lo del agujero y los ojos, es fácil echarse unas risas.

She stared at the tip, mesmerized, there was a hole in it from which a clear liquid was oozing, coating her torso and thighs with an odd smelling lubricant. Drin understood that this would be the hole from which the creature would come and looked away, suddenly worried that it would spray its fluid into her eyes.

8. Pero ambos alcanzan el clímax y el bicho se marcha satisfecho. Esto sí es un final feliz.

Unbelievably, Drin started to feel herself building up toward another intense climax. As she came, she clutched tightly onto the big lizard’s dick, her arms and legs tightening on the throbbing, red-hot member. The Tyrannosaurus Rex yelled loudly as pints of white fluid shot from the tip of its fat cock to splash onto the rocks below them. Once, twice, and then a third time, the big lizard rammed its shaft against her naked body, each time more of its semen ejaculated across the canyon, wetting the rocks below.

¿Y esto vende?

Sí, y mucho. Como las pioneras de este subgénero han dicho en algunas entrevistas, «entre las dos ganamos más dinero que un amigo mutuo que trabaja de ingeniero en Boeing». Ahí es nada.

¿Tienen calidad literaria? Pues no mucha, son relatos de entre quince y veinte páginas escritos a cuatro manos, con poca chicha y tirando de clichés. ¿Y qué interés pueden tener entonces? Pues, no sé, a mí no me gustan especialmente, pero entiendo que son algo distinto y que llama la curiosidad. Cada uno tiene sus gustos y son la mar de respetables.

¿Qué os parece a vosotros? ¿Os gustan este tipo de historias? ¿Os gustaría traducirlas? En el fondo, pensad que de todo se aprende, hasta de la anatomía de los dinosaurios y quién sabe cuándo nos puede hacer falta…

 

***

Fuentes y referencias:

 


La relación entre lector y traductor: mesa redonda sobre la traducción de género romántico

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Pocas veces tienes contacto con los lectores de lo que traduces y cuando se da esta oportunidad, hay que aprovecharla. Así sucedió en noviembre de este año en las Jornadas Ándalus Románticas 2015 que tuvieron lugar en Málaga. Dos días de charlas y mesas redondas relacionadas con el género romántico y erótico al que me invitaron, junto a otros tres traductores, para hablar de la traducción de este tipo de novelas.

Denostado como pocos, el género romántico y erótico tiene una legión de fans muy fiel y muy crítica con el producto. Debo reconocer que en un primer momento el encuentro me daba respeto. Al principio de traducir novela romántica, que por aquel entonces era sobre todo histórica (con todas las dificultades terminológicas que eso implica), recuerdo descubrir un blog famoso, Autoras en la sombra, en el que había un apartado en el que ponían bastante a caldo a algunas traducciones y traductores.

Son lectores con contacto muy directo con las editoriales y con bastante poder de decisión, amén de bastante exigentes, cosa que en un principio no me parece mal, ojo. Lo mejor de este encuentro, al menos para mí, fue que estos lectores supieran qué supone traducir exactamente, a qué dificultades nos enfrentamos y que vieran que somos un eslabón más en la creación de un libro. Y parece ser que gustó.

Crítica de la mesa redonda en la revista Románticas (http://issuu.com/romanticasmagazzine/docs/romanticas_-_039)

Crítica de la mesa redonda en la revista Románticas (http://issuu.com/romanticasmagazzine/docs/romanticas_-_039)

 

LA MESA REDONDA

Los traductores que estuvimos en la mesa venimos de contextos muy dispares y tenemos experiencias (traductológicas) de todo tipo. Yuliss M. Priego, traductora de la trilogía «Sin aliento», ha empezado no hace mucho en el mundo de la traducción tras acabar el máster de traducción editorial de la Universidad de Málaga y conoce el género como pocas ya que es una gran fan de las novelas románticas. Juan Pascual, traductor de «Confesiones de una sumisa» y la serie «Los ángeles sangrientos», entre muchos otros libros, ha traducido de todo, especialmente novela fantástica, pero también tiene una dilatada experiencia, no pun intended, en el género erótico. Puerto Barruetabeña es la traductora de uno de los libros de «50 sombras de Grey», pero ha traducido muchísimos más y ha tocado muchos palos, como la novela negra. De hecho, si queréis conocerla más a fondo, os recomiendo la entrevista que le hicieron en Nóvalo.

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Y a mí ya me conocéis, así que tampoco me voy a extender ahora. Lo curioso es que comparto muchas experiencias con Juan y Puerto; a los tres nos llegaron los primeros encargos de novela romántica y erótica por casualidad y hemos terminado casi especializándonos. Al final si el editor ve que trabajas bien y te sientes cómodo con lo que te traduces, es normal que acabe enviando novelas de un mismo estilo.

El vídeo con la presentación:

Aquí tenéis al completo el audio de la mesa redonda:

 

LA VISIÓN DE LOS LECTORES

Como comentaba, tuvimos la suerte de hablar con los lectores directamente, no solo durante la mesa redonda sino también a lo largo del día. Y si tener a los lectores del texto en mente cuando traducimos es esencial, hablar con ellos es una buena oportunidad de ver cómo reciben estas novelas y qué opinan ellos de la traducción.

Así pues, os dejo una entrevista a tres lectores con perfiles distintos, pero experiencias similares: Carmen Cano, bloguera y lectora apasionada; Carla Crespo, traductora, lectora y escritora de novela romántica, y Cosmin Stircescu, lector, bloguero y escritor.

  1. Cuéntame un poco sobre ti y tu blog o tu carrera literaria. Cuándo empezaste, qué te motivó…

CARMEN: En primer lugar, gracias por pensar en mí para la entrevista. Me licencié en Historia del Arte y también en Ciencias de la Documentación. Siempre tuve preferencia por las letras puras así que los libros han formado parte de mi vida desde que tengo uso de razón. Empecé leyendo novela histórica y fantasía épica, pero cuando estaba en la universidad descubrí la novela romántica y desde entonces leo mayormente este género en todas sus variantes.

Al principio subía reseñas a un foro, pero decidí abrirme el blog, Libros escondidos, como un modo de recopilar todas las reseñas que hacía y también para realizar además de reseñas otro tipo de contenido. El blog tiene ya unos seis años y desde entonces acumula unas 200 reseñas aproximadamente. Me motiva reseñar para expresar lo que me ha parecido una novela, pero sobre todo pienso que una buena reseña puede ayudar a un lector indeciso. O también una buena reseña constructiva puede ayudar a dar a conocer una novela que no tiene mucho público o a desmitificar novelas que pueden estar sobrevaloradas.

CARLA: Siempre me ha gustado leer y escribir, de hecho, estudié Traducción e Interpretación porque quería convertirme en traductora literaria, pero no fue hasta hace unos años que me lancé a escribir mi primera novela. Me apunté a los cursos de José de la Rosa como hobby y, a partir de ahí, empecé a tomármelo en serio: terminé mi primera historia, «No reclames al amor», la envié al I Premio HQÑ y, aunque no gané, la publicaron. Desde entonces he publicado cuatro novelas, todas con Harlequin.

COSMIN: Bueno yo nací en Rumanía, pero vivo en España desde el 2003. Tengo 25 años, me encanta el cine, el deporte y disfruto muchísimo con la literatura, sobre todo la fantasía épica, ciencia ficción y la novela histórica. Llevo escribiendo desde muy joven. El año pasado publiqué mi primera novela, «Leyendas de Erodhar 01. La Vara de Argoroth», que es una novela de fantasía épica medieval, la primera de una saga de un total de 5 libros; y este año salió a la venta mi segunda novela, una de ciencia ficción con toques distópicos, denominada «Orfus: el ocaso de los Or´Uka».

En cuanto a mi blog, La Forja de Leyendas, surgió para tener un espacio de encuentro con los lectores y compañeros de letras, donde poder publicar todo lo relacionado con mis novelas, proyectos literarios, firmas, presentaciones, talleres, artículos de opinión y breves entradas con información adicional sobre determinados personajes e historias de mis novelas. Al ser Erodhar un mundo de fantasía que he creado desde cero, tiene una complejidad y un trasfondo que es imposible abarcar de manera detallada en las novelas, así que el blog es una buena manera de desarrollar mediante apéndices, artículos, ensayos, etc., todos esos elementos que pueden ser de interés para los muy fans a los que les gusta conocer todo con detalle.

  1. Como lector del género romántico y erótico, ¿qué valoras más en una novela de este tipo?

CARMEN: Valoro sobre todo la trama, que sea coherente, que esté bien construida, que no haya incoherencias sobre por ejemplo la edad de los personajes. También valoro la personalidad de los personajes: que no sean planos y que muestren una evolución. Sobre todo, que sean novelas con una trama original no tanto en lo que cuentan sino en cómo tratan el argumento y cómo están contadas. Dependiendo del género, también valoro el lenguaje empleado, no es lo mismo el lenguaje en una novela histórica que en una contemporánea. En cuanto al final feliz, no importa tanto como el camino para llegar a él. Siempre he pensado que lo importante no es el final sino el desarrollo de la novela, el desarrollo de los personajes, los conflictos que haya entre ellos. Estos detalles enriquecen las novelas y hacen que no sean aburridas ni tediosas.

CARLA: Yo no me considero lectora de romántica (aunque sí autora :P), leo de todo, aunque la romántica es uno de mis géneros favoritos. Lo que yo más valoro en cualquier novela (de este u otro tipo) es que tenga calidad literaria, una trama original y unos personajes que enganchen. Creo que todo es igual de importante a la hora de valorar una obra.

Lo que yo más valoro en cualquier novela (de este u otro tipo) es que tenga calidad literaria, una trama original y unos personajes que enganchen.

COSMIN: Bueno yo no he leído novelas románticas o eróticas puras, al menos hasta ahora. Mi género ha sido el fantástico, después la ciencia ficción y me gusta mucho las novelas históricas; no obstante, considero que tanto lo romántico como lo erótico debe formar parte de una buena historia, así que estoy muy a favor de la mezcla de géneros. Por eso en mi novela de fantasía se juntan varios géneros, de modo que no todo son guerras de espadas, orcos, elfos y enanos, sino que también hay intriga, hay historias de amor, hay escenas de sexo, hay escenas de misterio, de aventura…

  1. ¿Sueles prestar atención a quién ha traducido el libro o a la traducción en sí?

CARMEN: La verdad es que no. No le presto una atención excesiva, quizás porque siempre he leído en castellano y como no leo apenas en inglés pues no puedo comparar si el trabajo del traductor está bien o mal hecho. Sé que la mayoría de las novelas que he leído son de autoras anglosajonas, pero no he leído sus originales así que no puedo decir que las novelas que he leído hayan estado mal traducidas. No soy una lectora que se fije en quien ha traducido la novela. Conozco a lectoras que sí, porque tienen más preferencia por un traductor que por otro, pero no es mi caso; quizás porque nunca me he puesto a comparar si la traducción es fiel o no al original.

En las JAR de Málaga de 2015, dije que era una ignorante en este tema de la traducción y en mis reseñas prefiero no opinar sobre este tema porque no queda bien opinar de un tema que desconozco. Es más, fue en Málaga donde puse cara a traductores que había leído pero que no era consciente de ello. Los había leído porque habían traducido novelas anglosajonas que me gustan, pero la verdad es que no los conocía de nada. Quizás suene fatal, pero cuando busco novedades para leer dentro del género romántico, me fijo más en el nombre de la autora, en la sinopsis y en la portada que en el nombre de la persona que traduce la novela.

CARLA: Sí, pero claro, es deformación profesional. Soy de las que voy leyendo un texto y piensa «si aquí pone esto es porque en el original pondría…» o cosas así.

Le doy mucha importancia a una buena traducción y algunas de mis novelas favoritas las tengo en el idioma original y en un par de ediciones con diferentes traducciones. Por ejemplo, tengo una edición de Jane Eyre traducida por Carmen Martín Gaite que guardo como un tesoro.

COSMIN: Lo cierto es que no suelo fijarme quién ha traducido el libro y tampoco me pongo a comparar la versión inglesa con la versión en castellano para ver si está bien o no. En mi opinión, si la editorial ha decidido apostar por un determinado traductor para traducir una obra, es que tienen razones para hacerlo y ese profesional ha hecho méritos para ello.

En mi opinión, si la editorial ha decidido apostar por un determinado traductor para traducir una obra, es que tienen razones para hacerlo y ese profesional ha hecho méritos para ello.

  1. Se suele decir que las lectoras de romántica pueden ser muy críticas con las traducciones. ¿Es cierto? ¿Tienes alguna anécdota o comentario al respecto?

CARMEN: Sí, es totalmente cierto. Sucede con muchas lectoras, y algunas blogueras que leen más en inglés que en castellano. Debido a esto, cuando la novela en cuestión que se han leído en inglés la traen a España, suelen compararla con el texto original y suelen comentar en redes sociales el resultado. Como he dicho anteriormente no es mi caso. Leo en inglés, ahora más que antes, pero sigo leyendo más en castellano.

Una anécdota sobre este tema fue cuando llego a España «Cada vez que llueve» de Lisa de Jong, una novela new adult que esta traducida por una lectora y traductora que conozco. Tenía muchas ganas de leerla, leí reseñas en Goodreads y allí vi que ciertas lectoras la criticaban no porque la novela fuera mala, sino porque había partes de la traducción que no gustaron. Llegaron a decirme que mejor leyera la novela en inglés porque la traducción era pésima.

Lo mismo sucedió con «Calle Londres» de Samantha Young, donde también comenté en redes sociales que me llamaba la atención y me hicieron la misma recomendación acusando al traductor de un mal trabajo, así como de que se había comido párrafos enteros y que eso desvirtuaba la lectura. Fue en estos dos casos cuándo me movió la curiosidad y busque quien era el traductor, además de buscar comentarios de otros lectores y blogueros para ver otras opiniones.

He de decir que en el caso de «Calle Londres», sí que me pareció que había párrafos que faltaban o incluso que se habían comido palabras, pero me pregunté si era más cosa del corrector que del propio traductor. En el caso de «Cada vez que llueve» no entendí las críticas porque creo que estaba bastante bien y, desde mi ignorancia del texto original, no vi que hubiera ningún error garrafal que impidiera entender el texto. En ambas, disfruté bastante de la lectura.

CARLA: No creo que las lectoras de romántica sean más críticas con las traducciones que el resto, pienso que cualquier lector es crítico con una mala traducción. Quizás sea que muchas novelas románticas no se han traducido en las mejores condiciones (traductores inexpertos, plazos de entrega muy cortos, etc.) y eso ha generado quejas entre las lectoras, no porque sean más críticas, sino porque les han llegado textos de peor calidad.

Quizás sea que muchas novelas románticas no se han traducido en las mejores condiciones (traductores inexpertos, plazos de entrega muy cortos, etc.) y eso ha generado quejas entre las lectoras.

COSMIN: Creo que los lectores en general quieren que las obras por las que pagan un dinero para poder leer, estén bien traducidas, bien corregidas, bien maquetadas, etc. En mi caso, como he dicho antes, confío en el trabajo de los profesionales y sé que, aunque puedan albergar errores, pues son humanos, en general no serán más que cosas puntuales.

  1. ¿Te has quejado alguna vez a una editorial por la mala calidad (¡o has alabado un buena!) de una traducción? ¿Suele hacerse?

CARMEN: No, no me he quejado nunca. Aunque debería escribir a alguna editorial para felicitar por el trabajo. Siempre tenemos tendencia a criticar lo malo y poner el grito en el cielo, pero nunca llamamos o nos comunicamos cuando la gente hace un buen trabajo. Debería corregir eso, porque los buenos trabajos también deben aplaudirse.

Quejarse suele hacerse mucho, pero no vía privado a una editorial. Los lectores románticos somos muy fieles, pero eso es un arma de doble filo, porque cuando algo no nos gusta lo aireamos mucho, pero por las redes sociales. Se condena a todos por igual, hacemos mucho ruido en las redes sociales, pero a veces pagan justos por pecadores. No creo que sea justo, pero creo a veces los lectores somos demasiado vehementes y criticamos sin saber y sin informarnos primero. Esto es algo que todos deberíamos corregir.

 Siempre tenemos tendencia a criticar lo malo y poner el grito en el cielo, pero nunca llamamos o nos comunicamos cuando la gente hace un buen trabajo. Debería corregir eso, porque los buenos trabajos también deben aplaudirse.

CARLA: Yo no lo he hecho, pero creo que debe hacerse, igual que nos quejamos cuando se nos presta un mal servicio en cualquier otro ámbito o se devuelve algo que no está en las mejores condiciones. Es necesario para que las editoriales se conciencien de lo importante que es ofrecer una traducción de calidad y se terminen las tarifas abusivas, los plazos de entrega abusivos y esas condiciones que propician que no traduzcan esos textos las personas más cualificadas para ello.

Es necesario para que las editoriales se conciencien de lo importante que es ofrecer una traducción de calidad y se terminen las tarifas abusivas, los plazos de entrega abusivos y esas condiciones que propician que no traduzcan esos textos las personas más cualificadas para ello.

COSMIN: Yo no. Creo que sé el suficiente inglés para tener una conversación con otra persona, pero no como para poder opinar si una traducción, que más allá del traducir un texto requiere una adaptación al castellano, es buena o mala. Quizás tendría que toparme con algo muy grave, que la traducción cambie completamente el contexto y el sentido de una frase un párrafo o una página del idioma original, como para llegar a quejarme por ello. Por tanto, yo no me he quejado nunca.

En una de las intervenciones en la mesa redonda del JAR decían que el sexto libro de Harry Potter, si no recuerdo mal, en castellano perdía ese contexto oscuro que tenía en inglés. Eso fue algo con lo que yo no estuve de acuerdo, porque en mi opinión sí que se consiguió otorgar esa misma sensación que siente uno al leer la historia en el idioma original. Por tanto, como en todo, hay opiniones y opiniones.

  1. Estuviste en nuestra mesa redonda. Además de lo que comentamos, ¿conoces el trabajo de los traductores? ¿Qué te parece?

CARMEN: Sí, estuve en la mesa redonda, de hecho, fue una de las mesas que más disfruté. Creo que fue divertida, amena y donde todos los lectores aprendimos mucho. No sabía que conocía el trabajo de los traductores que acudían hasta que vi el programa y vi los trabajos que habían realizado. Es cierto que había leído novelas suyas, y que había escuchado hablar de alguno de los ponentes, pero como no me suelo fijar en los nombres de los traductores pues no les ponía cara.

De las novelas que puedo opinar, creo que el trabajo está bien hecho. No creo que las novelas estén mal traducidas. Creo que muchas veces se achaca a la traducción que la novela sea mala y muchos de los lectores no se dan cuenta de que, si la novela es mala, no es porque el traductor haga mal su trabajo, sino porque el texto original es malo. Si algo me quedo claro en la mesa redonda fue que los traductores no son correctores de estilo y que no pueden convertir un texto malo en el premio nobel. De hecho, doy fe de ello. De los trabajos de los ponentes, la única novela de la que había leído el original es «50 Sombras de Grey», por eso doy fe que el texto original no era bueno de ahí que el texto traducido sea igual. El texto en inglés me pareció repetitivo y pobre, así que nunca he podido criticar la traducción cuando de la novela original ya tengo esa opinión.

Creo que muchas veces se achaca a la traducción que la novela sea mala y muchos de los lectores no se dan cuenta de que, si la novela es mala, no es porque el traductor haga mal su trabajo, sino porque el texto original es malo.

CARLA: Como ya he comentado antes, yo estudié Traducción e Interpretación y durante unos años trabajé como traductora literaria (entre otras novelas, traduje «El lado bueno de las cosas»), por lo que ya conocía el mercado editorial antes de sumergirme en él como escritora.

La vida me ha llevado a trabajar en el departamento de RR. HH. de una compañía aérea, porque la vida del traductor autónomo a veces es muy incierta, pero en un futuro me gustaría poder dedicarme de lleno a la traducción y a la escritura y es algo que no descarto en absoluto, así que, si hay alguna editorial que me lee y está interesada, ¡que no dude en llamarme! ;)

COSMIN: Sé que es un trabajo muy difícil, que no basta con conocer los dos idiomas, hay que saber narrar, hay que saber adaptar, hay que saber dar el mismo sentido y mantener, en la medida de lo posible, el estilo original del escritor. Todo eso es muy difícil y creo que no todo el mundo puede hacerlo.

Yo he intentado, simplemente por curiosidad, meterme una vez en la piel del traductor, y me puse a traducir la primera página de mi novela (de español a inglés). Solo la primera. Tardé cerca de 8 horas hacerlo y el resultado fue algo bastante regular, lo cual me ha hecho darme cuenta de lo difícil y complejo que es este trabajo. Ya lo sabía, pero ahora lo sé todavía más, y por tanto tengo mucho respeto hacia los que se dedican a ello. Ya sea traducción inglés-castellano, como castellano-inglés, o ambas.

Sé que es un trabajo muy difícil, que no basta con conocer los dos idiomas, hay que saber narrar, hay que saber adaptar, hay que saber dar el mismo sentido y mantener, en la medida de lo posible, el estilo original del escritor.

  1. ¿Quieres apuntar algo más?

CARMEN: Apuntar como último comentario que los lectores de romántica somos muy críticos, pero muchas veces lo hacemos desde la ignorancia. Al menos es mi opinión. Creo que en general el mundo editorial es un gran desconocido. Es un negocio, una empresa como otra cualquiera, pero desconocemos su funcionamiento, su forma de trabajar y ese desconocimiento perjudica. Creo que muchas veces el mundo de la edición en general, y de la traducción en particular es un gran desconocido.

La mayoría de los lectores nos centramos en el producto final y no en el trabajo que lleva. Ese es el motivo de que se opine, a veces, sin saber. Por este motivo, a mí en particular, la mesa de traducción me pareció pertinente y muy enriquecedora. Aprendí mucho y me gustó debatir sobre este tema y conocer de primera mano cómo es el trabajo de los traductores y las dificultades que se encuentran a la hora de traducir la novela en inglés al castellano o a otro idioma peninsular. Gracias a ti por ofrecerme esta entrevista. Ha sido un placer.

Creo que en general el mundo editorial es un gran desconocido. Es un negocio, una empresa como otra cualquiera, pero desconocemos su funcionamiento, su forma de trabajar y ese desconocimiento perjudica.

CARLA: Para los que no me conozcáis, escribo romántica contemporánea y chick lit. En octubre salió en digital mi última historia «Un amor entre las dunas» y dio el salto al papel «Una chica de asfalto». Os animo a leerlas y a darme vuestra sincera opinión. Podéis seguirme a través de las redes sociales en facebook, twitter, instagram y el blog.

COSMIN: Pues la verdad es que una de las cosas que más me ha llamado la atención ha sido el hecho de que una traducción de español a inglés suele costar más que de inglés a español; en algunos casos mucho más. Entonces mi duda sobre esto es si el precio superior viene por el hecho de que es más difícil adaptar un texto narrado de español al inglés, o si es algo que pasa porque para un traductor es más fácil traducir y adaptar de un idioma extranjero a su idioma materno.

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Y esto es todo por hoy. Espero que os haya gustado comprobar el otro lado del tapiz, cómo se nos ve y se nos lee. Gracias a los entrevistados por vuestro tiempo y suerte en vuestras andaduras.

 


Mesa redonda JAR 2015

Los 15 artículos sobre traducción de 2015

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…en este blog. Pasa un año más y va bien hacer balance de lo que han dejado estos doce meses. En 2014 hablé de lo que había representado para mí profesionalmente y este año he creído conveniente hacer un repaso de todos los artículos publicados desde enero.

A veces escribo tras darle muchas vueltas a un tema, otras veces ocurre de forma casi espontánea por algo que sucede o que encuentro por ahí (una imagen, una noticia…), pero siempre acabo dejándome mucho tiempo en ellas y, bueno, por si os perdisteis alguna, aquí las rescato por temas:

EJERCICIO PROFESIONAL

Empezamos el año con tres entradas completas sobre el ejercicio profesional. Enlaces, trucos y consejos sobre cuestiones tan diversas como fiscalidad, ergonomía, trato con clientes, etc.

Con el tiempo te da cuenta de que necesitas buenos amigos a tu lado, así que en 4 consejos para trabajar con tus amigos… y no morir en el intento se abordaron algunos trucos para aprovechar este win-win que se establece con otros compañeros.

Como último artículo sobre el ejercicio profesional, pero en clave de (más) humor esta vez, encontramos Life as a translator, con un compendio de viñetas de estilo retro que ilustran las vivencias del traductor en su día a día.

Un día cualquiera en la vida de una traductora

Un día cualquiera en la vida de una traductora

TRADUCCIÓN EDITORIAL Y LITERATURA

Este año he publicado en el blog artículos muy variopintos dentro de la traducción editorial, la literatura y las letras en general.

Ana Frank y la «pornografía»: La noticia de una madre estadounidense que se llevó las manos a la cabeza por los fragmentos supuestamente pornográficos del Diario de Ana Frank me inspiró para escribir esta entrada sobre la censura en la literatura y en la traducción de este tipo de pasajes. Al investigar un poco y tras un chivatazo de otro compañero traductor, Javi Mallo, vi que hay mucha más tela que cortar en cuanto a la traducción del diario, pero esto será tema de otro artículo.

Pasión prehistórica: Siguiendo con el tono erótico del artículo anterior, hablé de las novelas eróticas con dinosaurios que triunfan en Internet y traduje algunos fragmentos para el ¿deleite? de los lectores.

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La relación entre lector y traductor: ¿Alguna vez habéis hablado con los lectores de vuestras traducciones? Tuve el placer de hacerlo en noviembre al participar en una mesa redonda sobre traducción con motivo de las Jornadas Ándalus Románticas. En este artículo incluyo más de una hora de audio de la mesa redonda y una entrevista con escritores y lectores de novelas románticas que nos dan su punto de vista sobre el mundo de la traducción.

El traductor creativo: Aunque no hace falta ser Lord Byron para traducir, sí hay que saber escribir y expresarse bien por escrito, de modo que en este artículo hablé de las bondades de los ejercicios de escritura para traductores con el fin también de cultivar la creatividad. No os perdáis los juegos, pasatiempos y un buen puñado de recursos para traducir.

TRADUCCIÓN AUDIOVISUAL

Aprovechando la exposición de Pixar en el CaixaForum de Barcelona, escribí Traducir películas de animación en la que hablo de este tipo de largometrajes de forma exhaustiva, desde su proceso de creación (guion, storyboard, colorscript, etc.) a cómo he traducido algunas de ellas. Encontrareis ejemplos de guías de estilo y materiales de referencia, así como del proceso de traducción y las características y dificultades que presenta el lenguaje en este tipo de películas.

Brócoli, pimientos y otras adaptaciones de cine: Con motivo del estreno de Del revés (Inside out, 2015) y del fenómeno de la adaptación, hablamos de cómo solventar algunos escollos culturales en varias películas.

Por último, aunque no es una cuestión puramente audiovisual, encontramos Traduciendo insultos por ahí, que incluye la charla que di en el ENETI 2015 sobre la traducción del lenguaje soez, con muchos ejemplos del mundo del cine, ya fuera en doblaje y subtitulación.

IDIOMAS

Este año pensé en tratar temas más generales en el blog, cuestiones que fueran más allá del mundo de la traducción y de ahí:

Aprender idiomas leyendo: artículo sobre los beneficios de la lectura para aprender un idioma y algunos consejos útiles para no aburrirse en el intento.

1001 recursos para aprender idiomas: como su nombre indica… bueno, tal vez no eran 1001, pero sí fueron un buen montón de enlaces los que recopilé para esta entrada con recursos para aprender y mejorar muchos idiomas: inglés, alemán, francés, italiano, portugués, noruego y un largo etcétera.

ETIMOLOGÍA

Echando la vista atrás, me doy cuenta que otros años he hablado más de etimología. Este año solo ha habido un artículo en el blog sobre este tema: Leyendas lingüísticas y falsas etimologías. En él, traté los orígenes falsos de algunos términos, esas etimologías que con el paso del tiempo o simplemente porque quedan bien se han dado como válidas. Repasamos algunos de los casos más sonados tanto en inglés como en castellano.

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Sea como sea, espero que os gustaran en su momento o las disfrutéis ahora. Gracias por estar ahí y por vuestros comentarios. Como novedad para 2016, si queréis sugerir temas o incluso participar en el blog, no tenéis más que escribirme. Estaré encantada de leeros.


Enseñar la igualdad a los niños

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Como muchos sabréis, además de traducir, trabajo con niños desde hace más diez años. Me encanta salir del despacho y alejarme de la tiranía que nos impone el ordenador a los traductores autónomos, para moverme un poco, socializar y, sí, aprender de ellos también.

Durante todo este tiempo he visto mejoras en cuanto a juguetes y a libros infantiles. Nuevos materiales y mejor adaptados a la par que instructivos. En este sentido, las editoriales vienen pisando fuerte con libros más modernos, atractivos e inclusivos.

LIBROS Y JUGUETES PARA LA IGUALDAD

Ha habido nuevas iniciativas para enseñar a los pequeños nuevas realidades y explicar que hay varios tipos de familia, por ejemplo. Muestra de esto es el libro Nicolás tiene dos papás, el primer cuento infantil chileno sobre diversidad sexual y familias homoparentales, y que podéis leer íntegramente aquí:

Como pasa con otros ámbitos, la discriminación que sufren los niños hijos de familias homoparentales proviene principalmente de los adultos, pero no son los niños quienes discriminan en primera instancia. Libros de este tipo ayudan y mucho a normalizar estas situaciones para evitar depresión y acoso, entre otros.

Existen otras iniciativas, como las de las editoriales madrileñas Egales y NubeOcho. Ambas publican de forma conjunta la serie Egalité, que agrupa historias que fomentan la igualdad y ayudan a comprender no solo la diversidad sexual, sino también la racial con cuentos como El lapicero mágico, La princesa Li Mi papá es un payaso.

Los juguetes también han ido cambiando con el tiempo, aunque seguimos encontrando ejemplos de sexismo como este.

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Sin embargo, no todo está perdido. El año pasado, Toy Planet editó un catálogo de Navidad en el que daba una imagen igualitaria porque, como dicen: «[…] entendiendo que cada persona es diferente, los niños eligen unos u otros dependiendo de sus gustos, no de su sexo».

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Hace un tiempo leí por algún lado que, si para jugar con un juguete no se usan los genitales, da igual para quién sea y si se usan es que no es para niños. No podría estar más de acuerdo.

También me sorprendió gratamente descubrir las muñecas inclusivas de la empresa británica Makies, nacidas a partir de la campaña #ToyLikeMe, que se lanzó a mediados de junio de este año en Facebook. Dicha campaña fue promovida por un grupo de personas con discapacidad que querían cambiar los juguetes convencionales para hacerlos más inclusivos. El resultado han sido estas preciosas muñecas.

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MICROMACHINES PERO MACROMACHISMOS

Pero siempre hay excepciones y esta misma semana lo comprobé al ver una publicación en Facebook de una compañera: un libro de chistes machistas para niños. Recalco lo de los niños para dejar a un lado el dilema de los límites del humor y la libertad de expresión. En el caso de adultos, para gustos los colores, pero para niños… lo siento, esto es inadmisible:

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Hay chistes y chistes; me parece que el tono tampoco es adecuado. Ojo, adjunto aquí imágenes del libro de chistes sobre chicas, pero hay también uno a la inversa y me parece igual de mal.

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Única imagen que he encontrado del libro de chistes sobre chicos (que no se diga)

La editorial, Libsa, retiró el libro de su catálogo, pero aún pueden encontrarse ejemplares en algunas librerías. Emilio Mata, director comercial de la editorial, dijo en su momento en algunos medios que «el uso sano de estas bromas depende de la intención con la que se vea», que la publicación contiene los «típicos chistes que se cuentan cuando se forman grupos de chicos y chicas» y que el propósito, al menos según podía leerse en la web, era que «los chicos se burlen sanamente de las chicas».

Pero, ¿son burlas realmente sanas? ¿Es un tono adecuado para los destinatarios? Veamos más ejemplos:

  • ¿En qué se parece una mujer y una baldosa? En que las dos están a nuestros pies.
  • En qué se diferencia a una hechicera y una bruja: cinco años de matrimonio.
  • Por qué las mujeres cierran los ojos cuando hacen el amor: porque ni siquiera quieren ver cómo disfrutamos.
  • Era una mujer tan tonta, tan tonta que hasta las demás se dieron cuenta.

No sé vosotros, pero a mí no me parece nada adecuado tratándose de un libro para un público infantil.

Lo curioso, y con esto vuelvo a lo que comentaba de que la mayor parte de culpa es de los adultos, es leer los comentarios de mucha gente en los artículos que abordaron esta noticia en su momento. Personas que critican a los que nos echamos las manos a la cabeza por estas cosas con argumentos como estos: «Curioso que el Instituto de la Mujer se preocupe sobre estos chistes, cuando mientras tanto dicho organismo y el feminismo en general mira para otro lado ante la salida a la calle de peligrosos violadores, algunos de los cuales ha matado a sus víctimas».

Es increíble que no nos demos cuenta de que la educación es la base de todo y que empieza en casa. Que el respeto evita esos sentimientos de superioridad y omnipotencia, de la mujer como objeto para el mero disfrute. Educar a los niños desde el respeto y la tolerancia evita males en un futuro y es frustrante que muchos adultos, sean hombres o mujeres, no se den cuenta siquiera.

Los niños lo captan todo y lo entienden todo también. Se empapan de lo que ven y oyen en casa. Y no, no me lo invento. Un profesor se entera de (casi) todo. Sin preguntar, me he enterado muchas veces en clase de los comentarios racistas del padre de una, de las operaciones estéticas de la madre de otro porque estaba gorda y de que si el conocido de fulanito es moña, con todas las letras, cuando ese niño no tiene más de 6 años. No es el camino.

En definitiva, como adultos con dos dedos de frente, seamos docentes o no, debemos enseñar respeto e igualdad. Cada persona es distinta, sí, pero merece la misma consideración tenga el sexo, la apariencia, la familia o la orientación sexual que tenga. Las publicaciones de este tipo, y quienes las compran, hacen un flaco favor a la educación de los niños que serán adultos en un futuro.

….

Artículos relacionados:



Trucos y herramientas para la revisión de traducciones

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Que hay que releer la traducción cuando la terminamos es vital. Que hay que tener el corrector activado o pasarlo después, también. Que cuatro ojos ven más que dos es de sobra conocido. Sin embargo, siempre se nos escapa un gazapo o acabamos en las garras de Titivillus.

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Por si no lo conocéis, Titivillus era un demonio que trabajaba bajo las órdenes de Lucifer y se le atribuían los errores en el trabajo de los escribas: ortográficos, gramaticales, de redacción, etc.

¿La solución para que Titivillus no nos la dé con queso? Releer, releer y releer antes de enviar el texto. Como ya he dicho en alguna ocasión, hay que dudar de todo por principio: de la colocación correcta de una coma, de lo que puedas creer que es un anglicismo, de la posición adecuada de las palabras dentro de una frase, etc.

Si no tenemos la opción del comodín del compañero, va bien imprimir el texto (no sé en el caso de los nativos digitales, pero yo reviso mejor los textos impresos) y tener claros los posibles errores que podemos cometer (sé en qué cosas fallo normalmente). No caigamos en la soberbia del traductor como conocedor absoluto de la lengua. Es mejor dudar de todo por sistema y revisar. Si no dudamos de nosotros mismos podemos meter la pata… hasta el corvejón.

Para esto es útil tener una lista de elementos esenciales (para antes de empezar) y de sospechosos habituales (para revisar a posteriori), como ya comenté en el primer artículo de consejos para traductores. Preparar bien el texto asegura un trabajo más fácil y una mejor revisión posterior.

Algunos trucos antes de empezar o mientras se trabaja:

  • Escribid siempre con la función «Mostrar todo» habilitada, te permitirá evitar la mayoría de errores de formato. Se activa pulsando el calderón (¶).
  • Memorizad los atajos de teclado más útiles. Podéis incluso configurar el teclado para asignar números sencillos a ciertos símbolos frecuentes.
  • Automatizad las palabras que siempre (o casi siempre) escribimos mal. Me pasa con «tambine» o «entocnes», por ejemplo. Si sabéis con qué palabras fallais más, utilizad el autocorrector para memorizar estas formas erróneas y que las cambie automáticamente por la forma correcta.
  • Controlad el uso de las comillas. La secuencia es la siguiente: «…“…‘…’…”…».

También, aunque parezca una obviedad, aseguraos de tener controlado todo lo que hay que traducir: ¿La presentación en Powerpoint lleva notas? ¿Te has fijado en todas las pestañas del Excel y las columnas escondidas? ¿El Word lleva notas al pie?

Trucos para después:

  • Buscad y reemplazad los dobles espacios por uno solo.
  • Aseguraos de haber escrito bien las cifras y los espacios antes de símbolos como el %.
  • En traducción editorial, sed coherentes con los nombres de los personajes y que el autocorrector no haga de las suyas. Para eso va bien guardarlos en el diccionario de Word.
  • Comprobad que el uso de la raya en los diálogos sea correcto.

También relacionado con la revisión, va muy bien leer en voz alta lo que traducimos. Como no trabajamos con palabras sin contexto, cada texto tiene su ritmo y su música, y la mejor manera de comprobarlo es leerlo en voz alta. De este modo nos daremos cuenta de las expresiones cacofónicas y las repeticiones que tanto empobrecen el texto.

En cuanto a la repetición de vocabulario, gracias a Merche, de TraducirCo, descubrí hace nada Repetition Detector. Esta herramienta, disponible en varios idiomas, nos permite cazar las palabras que se repiten a lo largo del texto, ya sean formas totalmente coincidentes o bien de la misma familia léxica. Sin duda, todo un hallazgo.

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ALGUNAS HERRAMIENTAS ÚTILES

Aunque parezca obvio, por lo que observo con algunos alumnos que he tenido en prácticas, es que falla algo tan básico como no pasar el corrector o fiarse a pie juntillas del que tenemos en Word. Una buena revisión necesita algo más.

Por supuesto, la mejor revisión y corrección es la que puede hacer otro profesional, pero en nuestro día a día no solemos tener esta opción, a menos que trabajemos en equipo o dispongamos de alguien que pueda revisar algún proyecto en especial. Después de traducir, y aunque haya alguien que corrija nuestro texto posteriormente, la relectura y primera revisión es cosa nuestra y parte de nuestro trabajo.

¿Qué recursos tenemos a nuestro alcance? Una de mis páginas preferidas es la de UniCo (La Unión de Correctores), no solo por su base de datos de profesionales, que también, sino por su página de recursos.

Como comentaba antes, además de pasar el corrector que viene por defecto en el procesador de texto, es bueno echar mano de otras herramientas. A mí me gusta mucho MyStilus porque es muy completa y nos permite seleccionar múltiples variables para repasar.

mystylus

Con MyStilus puedes revisar tu texto de forma interactiva directamente desde su página o bien descargar el programa que funciona como un complemento o como macro en Word, de modo que puedes tenerlo completamente integrado en el procesador de textos.

Para mí, lo mejor de esta herramienta es que no se limita a la corrección ortográfica y gramatical, sino que se puede corregir también el estilo e incluye las recomendaciones de la RAE y la Fundéu. Aquí tenéis un ejemplo de revisión de estilo con esta herramienta como complemento para Microsoft Word:

correccion estilo

Podéis encontrar más información sobre cómo funciona en este documento. Como complemento simpático, añado que en su web también hay un presupuestador para calcular el precio de un texto, amén de otras aplicaciones útiles como un diccionario inverso, un analizador morfosintáctico y un conjugador verbal.

Otras páginas interesantes son las que podemos encontrar en el sitio web de Lenguaje.com, sobre todo el corrector ortográfico y el de voseo.

voseo

También tenemos Language Tool, una herramienta de código abierto que permite verificar la gramática, ortografía y el estilo de un texto. Se puede utilizar desde la misma página o bien descargarla gratuitamente. Además de castellano, permite revisar textos escritos en más de 20 idiomas.

Para resolver dudas puntuales:

Si en el momento de traducir, y no solo de revisar, nos asalta alguna duda, podemos consultar las direcciones siguientes:

Recursos en otros idiomas:

Por si alguna vez necesitáis revisar en algún otro idioma, os dejo estos enlaces.

Por último, pero no menos importante, recordad que hay vida más allá de los recursos online para resolver dudas y revisar traducciones. Como alguna vez he comentado, especialmente en los dos artículos sobre lecturas para el traductor —primera y segunda parte (de momento)—, hay muchas obras no digitalizadas que son de consulta obligada, como por ejemplo:

¿Y vosotros cómo revisáis? ¿Tenéis algún truco o recurso infalible? No dudéis en dejarlo en los comentarios.

Hasta la próxima :-)


Uso de traductores automáticos

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Un Punto y Coma

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Hace unos días encontré esta frase en internet. Me llamó bastante la atención porque creo que algo así nos pasa a los lectores cuando leemos un texto mal traducido. 

Ver la entrada original 386 palabras más


10 claves para mejorar como traductor

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No hay nadie mejor que uno mismo para ver qué debe mejorar y qué carencias se observa, ya sea por las insuficiencias que se note al traducir —dudas gramaticales, desconocimiento de cierta terminología, pobreza de vocabulario— o tal vez por los comentarios que recibe de sus traducciones y que tanto ayudan a mejorar: ¿Textos muy pegados al original? ¿Repeticiones excesivas?

Hace unos días, buscando documentación sobre el tema, encontré un ejemplar de «La traducción del inglés al castellano: guía para el traductor» de Marina Orellana y me gustó mucho la manera en que exponía algunas cuestiones, como la que nos ocupa hoy: la mejora como traductores.

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Veamos qué consejos y prácticas nos da para mejorar y perfeccionarnos, y cómo podemos aplicarlos:

1. Leer mucho y a buenos escritores en castellano. Dominar la lengua materna es esencial para que un texto suene natural y sea impecable en términos de gramática, ortografía, etc., así que uno de los consejos principales es leer y fijarse en el estilo de las mejores plumas. Saber distinguir bien los tipos de narrativa y reparar en cómo escriben es un buen ingrediente para traducir después.

2. Leer sobre diferentes disciplinas y materias. Ya sea agricultura, economía o tecnología, por mencionar algunas, y aunque tal vez ciertas ramas no sean de nuestro interés o especialidad, es útil ir adquiriendo vocabulario. Nunca se sabe cuándo se va a necesitar. No es infrecuente que en una novela contemporánea aparezcan temas especializados de los que no hayamos oído hablar, como me pasó a mí en una en la que hablaban de béisbol. O que haya referencias muy concretas que rocen los campos más técnicos.

Cito textualmente a Orellana en este punto: «Al igual que el buen nadador, el traductor debe estar preparado para nadar en todas las aguas, es decir, lanzarse a traducir un texto sobre materias que desconoce, o conoce poco, y hacerlo de manera satisfactoria con todos los recursos a su alcance (bibliotecas, diccionarios, material de referencia, etc.)». Y así es.

3. Leer diferentes tipos de material impreso: novelas, informes, resoluciones, leyes… Encontraremos términos útiles en muchos tipos de texto y todo este material, ayudará a enriquecer nuestro vocabulario y nos familiariza con distintas modalidades de expresión. Hasta la etiqueta del champú o la composición del caldo de pollo aportan información que puede ser relevante en algún momento. You never know.

4. Recurrir al diccionario para precisar términos. Un diccionario no sirve únicamente para comprobar la definición de un término, también nos enseña a expresar lo mismo de otra forma enlazando a otras palabras o expresiones que tal vez desconocíamos, nos da ejemplos de uso para saber cómo usar la palabra y, si es de calidad, mucha otra información interesante: pinceladas etimológicas, sinónimos, etc. Y cuando hablamos de diccionario, evidentemente nos referimos a todo tipo de obra, monolingüe en la lengua de partida y en nuestra lengua materna, bilingüe, especializado y muchos más.

✎ Encontraréis aquí una buena colección de recursos lexicográficos en línea: http://enlalunadebabel.com/2014/10/22/la-caja-de-herramientas-del-traductor-i-recursos-lexicograficos/

✎ Otro diccionario reciente que he descubierto en inglés y que puede ser de interés es Fine Dictionary, con información etimológica y contextual. En la siguiente galería encontraréis los resultados de búsqueda de la palabra «translator». Muy completo.

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5. Acumular sinónimos. El traductor debe llevar una maleta repleta de palabras y frases que puedan no solo sacarle de un apuro, sino también evitar que se repita como el ajo (sin traicionar excesivamente el estilo del autor al que traduce, ojo). Orellana dice que un traductor debería ser capaz de invocar al menos tres equivalentes de cualquier palabra; yo no sé si pediría tanto, pero sí coincido con ella en que es importante que tengamos una buena base de vocabulario y que sepamos introducir variedad en un texto porque, como bien dice: «en castellano, la repetición constituye por norma general un defecto estilístico, a diferencia del inglés que lo tolera mejor».

He aquí, pues, algunos diccionarios de sinónimos:

6. Recurrir a las fuentes de información, sobre todo las más fidedignas. Por suerte, disponemos de un gran acervo de terminología en todas las ramas de actividad: economía, finanzas, tributación… Las Naciones Unidas, así como sus organismos especializados, entidades nacionales e internacionales, etc., han profundizado en estas esferas, así que el vocabulario especializado suele estar a nuestro alcance.

Y para facilitarnos la tarea, Orellana sugiere algo que he defendido siempre: leer antes el documento que ha de traducirse y marcar todos los tecnicismos que puedan suponer un problema. Si nos anticipamos a los obstáculos —buscando los términos y teniendo clara su traducción o, por lo menos, el sentido—, el proceso de traducción será más fluido y no a trompicones, que suele pasar cuando tenemos que interrumpir la escritura para buscar los términos en cuestión.

Y, ojo, que cuando hablamos de fuentes de información no nos referimos solo a material impreso o subido a Internet. También puede ser «el comodín de la llamada». Por ejemplo, en literaria se puede consultar al autor (es una posibilidad que no se da siempre, pero está ahí) y en especializada, tal vez tengas a un amigo o conocido que se dedique a esa rama en cuestión.

Sin ir más lejos, me pasó la semana pasada al traducir unos documentos científicos sobre lácteos. Tuve que recurrir a un amigo ingeniero agrónomo para que me explicara y me dijera cómo llamaban ellos al “curd fine” que no lograba encontrar en ningún sitio.

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No me lo invento; he aquí el chivatazo.

Porque muchas veces ni siquiera las colecciones de glosarios que descubrimos, recopilamos y compartimos en redes nos solventan la papeleta. Eso sí, ayudan, como esta recopilación de glosarios multilingües que podéis descargaros aquí mismo en PDF: Multilingual Dictionaries.

7. Comparar textos publicados en dos idiomas. Estos textos nos permiten ver cómo otros han traducido un término, expresión o, simplemente, cómo se desenvuelven con el tema en cuestión. Cotejar textos es un buen ejercicio porque nos permite aprender siempre, ya sea una expresión o una nueva modalidad lingüística.

Orellana nos habla de la conveniencia de familiarizarnos con series de las Naciones Unidas sobre tratados, convenios, resoluciones, decisiones y recomendaciones; discursos; tipos de cartas, etc., que nos ayuden sobre todo si tenemos entre manos una traducción de índole institucional.

En este apartado yo haría hincapié también en la importancia de los textos paralelos, textos originales en la lengua de partida o en la de llegada sobre el mismo tema y cuya función es similar o equivalente a la de la traducción. Documentarse con documentos parecidos, no solo es útil para la traducción que tengamos entre manos, sino también para ganar más soltura en esa especialidad. Pablo Muñoz lo explica muy bien en este artículo de su blog Algo más que traducir.

Y ya que hablamos de textos para comparar el que tenemos entre manos, aprovecho para recordar la importancia de los corpus —conjuntos amplios y estructurados de ejemplos reales de uso de la lengua— para ver en qué contextos encontramos una palabra, por ejemplo, y que pueden ayudarnos a cotejar la conveniencia o no de usarlos en determinados textos.

8. Ejercitarse en la redacción. Orellana nos aconseja «tomar algunas frases para traducirlas con precisión, economía o elegir algunas mal hilvanadas para estructurarlas mejor», puesto que con este tipo de ejercicios el traductor usa su espíritu crítico, sentido del ridículo u otras cualidades.

De algún modo estamos también ejercitando nuestra creatividad, como propuse hace un tiempo en otro artículo. Fomentar la creatividad y practicar la escritura solo puede ir en beneficio del traductor, que al final puede aportar más calidad a los textos. Saber escribir y aprender estrategias de escritura nos ayuda a ganar fluidez y confianza para despegarnos de los textos, sin dejar de ser fieles, ojo.

Marina Orellana termina aquí sus consejos, pero yo añadiría un par más:

9. Releer y revisar siempre con atención lo que traducimos. Otra forma de analizarnos y ver de qué pecamos y qué hacemos bien —que para eso somos buenos profesionales y no va a ser todo negativo— es releer con ojo crítico lo que traducimos. Dejar reposar las traducciones y ver qué podríamos haber hecho de otro modo, y aplicarlo después. En este artículo del blog sobre la revisión de traducciones encontraréis algunas claves.

10. Tener curiosidad por lo que nos rodea y seguir formándonos. Ya lo dijo Xosé Castro hace unos meses: «La curiosidad mató al pobre gato … y engordó el intelecto del traductor». Para mejorar hay que ser proactivos y no hay nada mejor que estar atentos a lo que nos rodea, tener sed de aprendizaje y estar dispuestos a seguir formándonos.

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Actualmente el traductor tiene muchas opciones para seguir formándose, como ya comenté en la serie de artículos con consejos traductoriles. Hay muchos cursos especializados para suplir aquellas carencias o engrosar nuestro bagaje como profesionales. Algunas empresas que ofrecen cursos útiles para traductores son:

Y no olvidemos los cursos que ofrecen las asociaciones de traducción de todo el país: AsetradApticXarxa, etc.

Como siempre, las listas no suelen ser exclusivas y lo que a uno le va bien, a otro tal vez no tanto, pero en general son buenos consejos para novatos y no tan novatos. ¿Se os ocurren otras maneras de seguir mejorando como traductores?

***

Para saber más:


La sinonimia en traducción

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Hace unos días compartía en redes esta imagen de un libro de Claudia Ulloa Donoso. Es un fragmento literario sin ánimo de sentar cátedra en cuestiones lingüísticas y, sin embargo, suscitó reacciones diversas.

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Entre los retuits y favoritos, llegaron muchas respuestas de este tipo: «Aguardar, esperar y anhelar. Cuestión de profundizar en nuestro idioma», «Esperar, aguardar, permanecer, acechar», «Aspirar, anhelar, creer, confiar, aguardar… Y la lista sigue, ojo». Algunos se sintieron algo ofendidos, como si fuera una afrenta a nuestro idioma, que dudo que sea la intención del texto.

Pero ¿de verdad todos esos sinónimos se corresponden con los verbos del noruego o del inglés? No todos lo vieron así, como el escritor Lorenzo Silva:

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Algún que otro lector lo advirtió también: «No se corresponden con lo arriba dicho. Como mucho, “aguardar” sería un “wait” muy formal».

Para mí, ahí está la clave: hay que fijarse en el uso y en el contexto. No pondría las manos en el fuego por el noruego, pero sí en el inglés porque esos tres verbos son muy comunes. El castellano es muy fértil en vocabulario y tenemos muchos sinónimos, es cierto, pero ¿usamos de forma habitual estos verbos?

  • Wait! I’ll be there in a second. = Aguarda, que ahora vengo.
  • I hope to see you tonight! = Anhelo verte esta noche.

Que existan y se usen en determinados contextos no significa que sean aplicables siempre y en cualquier situación. Como comenté, «esperar» es mucho más general, y más aplicable a los usos del inglés en ese fragmento, y añado que me parece precioso que un verbo encierre tanto. Está hecho como de plastilina, que puedes aplicar de diversas formas.

En el fondo, es una muestra más de que el lenguaje no es un ente que va por libre, sino que está muy ligado a la forma de pensar y de ser, como explica Miguel A. Román en un artículo de Libro de Notas:

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¿Qué es la sinonimia exactamente?

Para empezar, refresquemos algunos conceptos de forma sintética:

La sinonimia es una relación semántica de identidad o semejanza de significados entre determinadas expresiones o palabras (llamadas sinónimos). Por lo tanto, sinónimos son expresiones o palabras que tienen un significado similar o idéntico entre sí, y pertenecen a la misma categoría gramatical. Por ejemplo, sinónimos de desastre son calamidad, devastaciónruinacatástrofe y cataclismo.

La sinonimia total se da cuando dos términos son totalmente intercambiables en un mismo contexto. Dicha sinonimia total es muy poco frecuente (esposo/marido). La sinonimia estricta es muy rara en las lenguas, y suele darse por la existencia de formas dialectales coexistentes, o en formas léxicas del mismo significado pero usadas en contextos diferentes.

La sinonimia parcial es mucho más frecuente. Esta se da cuando dos términos son intercambiables en un determinado contexto pero no en otros:

  • Hoy Pedro ha venido alterado del trabajo. (En este contexto, alterado tiene sinonimia parcial con nervioso).
  • Hemos alterado el orden de los ejercicios. (En este contexto, alterado puede ser cambiado por modificado, sinonimia parcial).

Como se puede observar, nervioso y modificado son sinónimos parciales de alterado, pues cada uno es válido para determinados contextos. Sin embargo, en el primer ejemplo no es posible sustituir alterado por modificado (sin cambio de significado) ni en el segundo alterado por nervioso.

Específicamente las clases de sinonimia reconocida son:

  1. Sinonimia conceptual. Los términos relacionados remiten al mismo referente y significan exactamente lo mismo (a veces puede haber una cierta preferencia de un dialecto por una forma y la preferencia opuesta en otro dialecto). Por ejemplo: asno/borrico, marido/esposo, alberca/piscina, odontólogo/dentista.
  2. Sinonimia referencial. Los términos relacionados remiten al mismo referente pero no significan lo mismo, no presentan exactamente los mismos rasgos significativos. Por ejemplo: limonada/bebida, mesa/mueble.
  3. Sinonimia contextual. Los términos relacionados pueden conmutarse únicamente en determinados contextos. Por ejemplo: Las legumbres son pesadas (indigestas), Tu amigo es muy pesado (cansino), Este trabajo es pesado (duro, arduo).
  4. Sinonimia de connotación. Los términos relacionados están cargados de valoraciones subjetivas, tanto que se pierde el significado objetivo. Por ejemplo: Miguel es un monstruo de la informática (genio, hábil).

Fantástico. Si una cosa queda clara es que no todos se corresponden al cien por cien, que hay que entender plenamente su significado e intención, y que el contexto importa… y mucho [cosa que venimos diciendo los traductores desde tiempos inmemoriales, como lo de «depende». Vale, esto último también lo dice mucho Pau Donés].

Traducir con sinónimos

Que cada idioma tiene sus reglas es de sobra conocido y es lo que, al fin y al cabo, nos da vidilla como traductores, pero estas reglas siempre dependen de un contexto determinado y es lo que nos diferencia de las máquinas. No obstante, a veces nos emperramos tanto con un término, que tal vez no entendemos o no sabemos reexpresar, que olvidamos que las palabras no van sueltas.

Las palabras se enmarcan en un contexto y se ayudan de otras para tener sentido, en definitiva, hay que prestar atención a la coherencia y la cohesión. Para crear un mismo efecto en el lector, cada lengua usa sus mecanismos, que hay que saber detectar y no solo a nivel de palabra.

En este sentido se dice mucho que el inglés tolera mucho mejor la repetición que el castellano. Ya lo comentábamos en otro artículo, en el que hablábamos de algunos consejos de traducción y Marina Orellana decía lo siguiente:

El traductor debe llevar una maleta repleta de palabras y frases que puedan no solo sacarle de un apuro, sino también evitar que se repita como el ajo. […] En castellano, la repetición constituye por norma general un defecto estilístico, a diferencia del inglés que lo tolera mejor.

Repetir una y otra vez lo mismo acaba haciendo que el texto sea pesado y que, evidentemente, el lector lo achaque al traductor. El problema radica en que hay que respetar el estilo del escritor en la medida de lo posible y, claro está, si el original es como es, tampoco podemos dedicarnos a embellecerlo.

Veamos un ejemplo práctico extraído de una novela erótica que traduje hace un tiempo; una tipología, dicho sea de paso, de cuyas dificultades hablo aquí.

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Evidentemente es un fragmento en el que se describe el acto sexual en sí. Usar «polla» todo el rato sería demasiado en tan poco espacio, pero cambiar automáticamente los demás casos con «pene», «verga», «miembro» en esos mismos párrafos tal vez también lo sería. Como todo, es cuestión de encontrar el equilibrio. En muchos momentos, el término puede desaparecer.

Por otro lado, no todas las tipologías textuales permiten el uso de sinónimos. En las traducciones técnicas, médicas y jurídicas, por ejemplo, la terminología suele ser más precisa y no podemos cambiar las palabras tan alegremente.

El caso de los dicendi

Donde más se puede observar el fenómeno repetición/sinonimia es en los llamados dicendi. Echo mano a la explicación de Miguel Ortiz para esto: «Llamamos verba dicendi (o verbum dicendi) a las formas verbales que designan acciones de comunicación lingüística (dijo, respondió, contestó) o que expresan creencia, reflexión o emoción (pensó, lamentó, protestó) que sirven para introducir la voz del personaje. En algunos estudios lingüísticos también son conocidos como verbos declarativos».

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Said is dead! se decía hace un tiempo por redes, donde aún pueden encontrarse extensos listados de verbos de habla para no repetir said hasta la saciedad. Los partidarios de la sinonimia en los diálogos decían/explicaban/comentaban/defendían que así las interacciones quedaban más naturales y menos repetitivas.

En castellano también se ha hablado de este fenómeno y desde muchos foros también se aboga por la variación. He aquí un listado de alternativas para el «dijo» redactado por Grisel R. Núñez, de Cafetera de Letras, que reproduzco literalmente:

  1. Estando sereno: estableció, comunicó, anunció, agregó, comentó, informó, aclaró, indicó, reveló, criticó, expresó, expuso, señaló, apuntó…
  2. Pregunta: preguntó, inquirió, averiguó, indagó, solicitó, suplicó, rogó, cuestionó, investigó…
  3. Respuesta: respondió, replicó, contestó, explicó, reconoció, confesó, contó, se disculpó…
  4. Alegremente: bromeó, cantó, rio, se maravilló, gorjeó, celebró, se alegró, imitó, bufoneó, ovacionó, ironizó, alabó, loó, aplaudió…
  5. A volumen alto: gritó, chilló, aulló, exclamó, llamó, tronó, vociferó, berreó, increpó…
  6. A volumen bajo: masculló, murmuró, susurró, musitó, cuchicheó…
  7. Preocupado o nervioso: se inquietó, tembló, se estremeció, balbuceó, titubeó, tartamudeó, vaciló, flaqueó…
  8. Enojado: alegó, discutió, se ofendió, se molestó, espetó, se defendió, ladró, rabió, rugió, despotricó, bramó, gruñó, reprochó, refunfuñó, recriminó…
  9. Triste: lloró, lloriqueó, sollozó, gimió, gimoteó, se quejó, se entristeció, se lamentó…
  10. Autoritario: dispuso, dirigió, mandó, ordenó, insistió, decretó, dictaminó, presagió, decidió, puntualizó…
  11. Para sus adentros: pensó, se preguntó, consideró, sopesó, reflexionó, meditó, recordó…
  12. Otros: repuso, asintió, afirmó, aprobó, sugirió, corrigió, advirtió, vaticinó, enfureció, sentenció, rechinó, cedió, concedió, se sorprendió, aventuró, matizó, filosofó, previno, exhaló, objetó, accedió, babeó, declaró, manifestó, aseveró, rectificó, recitó…

Es cierto que hay mil y una alternativas para el «dijo» según la situación comunicativa que exprese el diálogo, pero, me pregunto yo: ¿no debería bastar el diálogo en sí para que quedara clara la intención?

  • Como me vuelvas a tocar, te rajo el cuello —dijo ella.

¿Sería necesario aquí cambiar el «dijo» por un «amenazó»? ¿No queda claro así? De cambiarlo, ¿no sería demasiado?

El mismo Ortiz comenta: «Los “verba dicendi'” aparecen reiterativamente en los discursos de estilo directo e indirecto, pero a estas alturas de la historia literaria los lectores curiosos entendemos, de manera inconsciente, que tales marcadores son indispensables formalmente, por lo que no nos producen una sensación de redundancia».

En una línea parecida, Eric Deckers critica este furor por la sinonimia en los verbos declarativos. Según Deckers, reemplazar siempre el said no significa escribir mejor, solo demuestra que se tiene un diccionario de sinónimos y que tanta variedad acaba distrayendo de la narración. E incluye la siguiente cita de Jim Ruland: «A tag on a line of dialog is like a tag on a garment: you’re not supposed to notice it and it’s slightly embarrassing when you do». Una buena forma de verlo.

En definitiva, siempre que el tipo de texto nos lo permita y no traicionemos excesivamente el estilo del autor, va bien usar sinónimos para que el texto no quede plano o muy repetitivo. Es importante que tengamos una buena base de vocabulario y que sepamos introducir variedad en un texto, pero con mesura. 

Al final, nuestros textos tienen que ser correctos y fieles al sentido, e idealmente deben provocar en el receptor el mismo efecto. Excedernos con los sinónimos puede tener el efecto contrario y provocar extrañeza en el lector. Como todo, en traducción y en la vida misma, la clave está en el equilibrio.

***

Para saber más:


Encontrar trabajo en traducción literaria: hablamos con Juan Pascual

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Sea del ámbito que sea, un blog tiene mucha carga personal; es una colección de entradas con experiencias individuales, de cómo ve cada uno un tema o su profesión. Como no me gusta pontificar sobre ninguna cuestión y pienso que nos enriquece muchísimo conocer el punto de vista y la experiencia de los demás, cuento en esta ocasión con la colaboración de un traductor literario y amigo, Juan Pascual.

En este artículo Juan nos cuenta su experiencia como traductor y nos da algunos consejos para encontrar trabajo en el sector de la traducción editorial. Si no tenéis la suerte de conocerlo en persona, tal vez le hayáis escuchado en la mesa redonda sobre traducción romántica y erótica que compartí hará unos meses en este blog. Sin embargo, si queréis saber más, seguid leyendo.

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Empecemos un poquito por mi propia historia: yo soy lo que algunos en este mundillo llaman un «intruso», es decir, que no hice la Licenciatura en Traducción, sino en Filología Inglesa, porque en mi época (sí, ya hablo de épocas), no había estudios de traducción en Málaga, mi ciudad, y lo de irse a Granada —la alternativa más cercana— estaba complicado en mi caso. Cuando me licencié, ya sí existían unos cursos de doctorado especializados, así que me matriculé y empecé a formarme en traducción.

El «problema» fue que a mediados del segundo año conseguí trabajo en el departamento de redacción de la matriz española de una empresa de juegos… en Barcelona. Pero como era trabajo, y era de traducción, me lie la manta a la cabeza. Después de tres años, me tocó revisar las traducciones de los libros que la empresa original sacaba en Gran Bretaña. Me conocía al dedillo todos los términos, así que le pregunté a la editorial por qué no me encargaba la traducción directamente a mí. Y desde entonces… hasta ahora.

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Ese es solo uno de los miles de ejemplos que encontraréis cuando hagáis la gran pregunta: ¿Cómo iniciarse en la tarea de traducir? De todos modos, me gustaría daros algunas pautas más generales que quizá os sirvan, que podrían resumirse en la que yo creo que es la mejor combinación posible: una buena formación, el establecimiento de una buena red de contactos y la cantidad adecuada de lo que en términos académicos se viene llamando… morro. Nada de lo que voy a explicar a continuación es descubrir la pólvora, pero nunca está de más recordarlo e insistir en ello.

Me explico: nadie puede discutir que es posible traducir sin haber estudiado traducción (¡anatema!). Y tampoco se trata de que baste, por ejemplo, con ser bilingüe. Pero yo envidio a los que han tenido la posibilidad de estudiar la carrera. Donde yo he tardado años en aprender algo, ellos ya lo traen de serie. Tienen soluciones inmediatas a problemas con los que yo me he atascado días (eso sin contar con la formación «tecnológica», tipo herramientas de traducción y similares).

Eso sí, bajo mi punto de vista, a los años de carrera siempre, siempre, hay que añadirles cursos, del tipo que sea, para completar y afinar esa formación. Sé que suena a verdad de Perogrullo, pero no todo el mundo tiene claro que hay que seguir estudiando, sin importar los años que lleves en el oficio. En muy pocos casos basta con acabar la carrera, ya sea para traducir documentos técnicos, legales o literatura. Existen todo tipo de cursos, desde los de las asociaciones de traductores (APTIC, ACETT), hasta los de las propias universidades. Buscad, mirad, comparad… y ahorrad. Todo esto es una inversión, y lo mismo que uno se gasta dinero en el ordenador, debe hacerlo en la formación (o más).

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Juan Pascual con otros dos grandes, Pilar Ramírez Tello y Manuel de los Reyes, en el encuentro sobre traducción de literatura fantástica en Málaga.

La red de contactos resulta básica. Vuestros compañeros son los que avisan de las posibles ofertas de trabajo, os dan a conocer a otras personas del mundillo, avisan de qué editorial va a aumentar su catálogo en italiano, por ejemplo, y de que ya va siendo hora de que mandarles el currículum (otra vez, si hace falta), pasan faena si por casualidad ellos no dan abasto, etcétera. ¿Y cómo se consigue esa red? Mantened el contacto con los compañeros de facultad, asiste a congresos, reuniones, encuentros de traducción y demás, a todo lo que ofrezca formación (sí, otra vez), información y posibilidad de conocer a nuevos compañeros. Uníos a los grupos de traducción que se organizan en las distintas redes sociales.

Por último, la parte más académica: el morro. No dudéis en enviar el currículum, en abordar (abordar, no asaltar) a la persona encargada de asignar una traducción, ya sea en un congreso, por correo electrónico o similares. Ejemplo: conozco el caso de una persona que no solicitó una beca de investigación porque estaba segura al 110 % de que no se la iban a dar. Resultado: ese año, el concurso de la beca quedó desierto. Pues como con eso, con todo.

Todos estos consejos son muy generales (deben serlo, abarcamos mucho) para dedicarse a la traducción en cualquier ámbito, pero centrándonos en el campo editorial, ahí va un caso algo más concreto: una compañera presentó una propuesta a una editorial de cómics y se curró la traducción de las primeras páginas de una novela gráfica hasta el punto de utilizar un programa y sustituir el original griego de las viñetas por su traducción. Sabía que eso no formaría parte de su trabajo, pero sí que sería un modo muy gráfico (valga la redundancia) de presentar su propuesta.

Otro modo es buscar un autor que se adapte al catálogo de la editorial. Siempre, siempre, hay que consultar el catálogo: una propuesta de un libro de cocina difícilmente encaja en una editorial como Minotauro (¿Qué tiene Minotauro? ¡Primer ejercicio, miradlo!). Si ese autor además ya está libre de derechos, mejor que mejor: le ofrecéis un ahorro a la editorial, lo que siempre hará que sea un propicio día.

¿De dónde he sacado esa última frase tan curiosa? ¡Buscad, leed, «bichead», como dicen algunas compañeras por aquí! Cualquier traductor editorial debe leer siempre que pueda, y de todo lo que pueda, aunque el tema a veces no sea del completo interés de uno. Nunca se sabe qué clase de libro te puede caer (con suerte).

Todo lo anterior son consejos generales y evidentes, quizás conocidos por la mayoría de quienes han leído esto, pero nunca se sabe qué se puede aprender, qué detalle se nos ha pasado por alto, qué posibilidad no hemos contemplado. Aprendemos algo todos los días (como yo escribiendo este texto, por ejemplo, que me cuesta una hueva redactar pensamientos coherentes).

¡Buena caza!

juan

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Artículos relacionados:


La censura como estrategia de traducción

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¿La censura como estrategia de traducción? No lo es o no debería serlo, por supuesto, pero ahí está en mayor o menor medida. Algunas veces será por desconocimiento pleno del original —algo que a estas alturas me extraña, puesto que lo más censurable, como los tacos, es lo primero que uno aprende en un idioma—, pero muchas veces se debe a factores externos que pueden resumirse en uno: exigencias de quien nos encarga la traducción.

Bolkins. Getty Images

Bolkins. Getty Images

He observado este fenómeno en traducción editorial, sobre todo en novelas eróticas, cuyo lenguaje no puede ser extremadamente soez, aunque el original sí lo sea, o en traducción audiovisual. Pienso, por ejemplo, en esos realities que por la flexibilidad de su emisión no pueden ser demasiado soeces si se emiten en horario protegido, si bien es cierto que muchos —especialmente los programas con voces superpuestas— van ya censurados de serie con un pitido que indica la omisión de lo malsonante. También es algo que debe tenerse en cuenta en la traducción de videojuegos, que se rigen por el PEGI, el sistema europeo para clasificar el contenido de los mismos en cuanto a violencia, sexo, lenguaje soez, etc.

Personalmente, es un tema que me apasiona, como ya sabréis si seguís el blog porque he hablado de estos temas en multitud de ocasiones, ya fuera la censura en el cine y en la literatura o la traducción del lenguaje soez.

Hoy veremos algunos ejemplos de omisión o neutralización de fragmentos obscenos y soeces para ver qué implicaciones tiene manipular una obra y cómo afecta a la comprensión del texto. La mayoría de estos casos están extraídos de El delito de traducir, de J. C. Santoyo, cuyo capítulo sobre la censura de lo soez no podría empezar de mejor manera:

Fragmento de El delito de traducir

Fragmento de El delito de traducir

Traducciones suavizadas en el doblaje

En su libro, Santoyo nos ilustra con multitud de ejemplos de películas dobladas y subtituladas, cómo se modifican las palabras más delicadas o cómo se llegaron a eliminar totalmente del guion original los términos y expresiones más soeces. Claro está, la mayoría de estos casos son de películas antiguas que coinciden con la etapa franquista. Ahora mismo, no imagino qué hubiera pasado con Pulp Fiction si le hubieran quitado todos los fuck o, más recientemente, si se hubieran eliminado todas las referencias sexuales y escatológicas en Deadpool.

  • En los diálogos de Un tranvía llamado deseo (Elia Kazan, 1951) la palabra «prostituta» se tradujo por «extravagante».
  • En Soldado Azul (Ralph Nielson, 1970), la palabrota repetida a lo largo de toda la película por la protagonista, Candice Bergen, es  «fuck!», que aquí se tradujo como  «¡puñeta!».
  • En la comedia Juventud sin esperanza (Milos Forman, 1971), había una canción en la que solo se hablaba de «fucking» y se tradujo por «besar».

Al final, como dice Ramón Berenguer en una Fotogramas de 1977, «el doblaje nos ha acostumbrado al “hijo de perra”, a la “cualquiera”, al “fornicar” o al “afeminado” cuando la censura ha intentado suavizar los términos más contundentes que se utilizan en la vida cotidiana». Y eso por no hablar de los tijeretazos que se llevaron muchas otras películas directamente en el metraje.

Como anécdota reveladora del poder traductor de la censura en la España de Franco, Luis Alonso Tejada explica que «en los diálogos había que sustituir las enérgicas y raciales interjecciones de connotación sexual como “coño”, “carajo” y “joder” por eufemismos ñoños como “córcholis”, “caray” y “jolín”. En el colmo de la estupidez, los censores tomaron durante un tiempo la costumbre de tachar la palabra “moño”, por entender que su fonética era equívoca y podía dar lugar a peligrosas erratas involuntarias».

Precisamente en cuanto a la fonética acabo de descubrir una anécdota: durante un tiempo se prohibió pronunciar la palabra «pizza» porque se prestaba a equívoco. Supongo que por aquel entonces muchos lo pronunciarían como aún hoy hace mi abuela de Alicante: picha.

A ver por dónde corto

A ver por dónde corto

La censura en las traducciones literarias

En literatura abundan los ejemplos de censura y no siempre se conoce el origen de dicha transgresión, si fue por mojigatería del traductor, exigencias del editor o del censor. Carmen Toledano, en La traducción de la obscenidad (La página ediciones, 2003) apunta a los distintos métodos de censurar. En general, en muchas obras antiguas, se refleja de forma léxica omitiendo o atenuando términos, o bien transformando la pragmática de estas maneras:

  1. Mediante la eliminación de pasajes.
  2. Mediante la eliminación de episodios, que suele implicar una transformación semántica para hacer más aceptable el texto.
  3. Mediante la incorporación de comentarios puestos en boca del traductor a acciones u opiniones que, sin ellos, resultarían transgresoras para el nuevo lector.

A nivel léxico, Buendía da algunos ejemplos de obras clásicas como Tom Jones o el Exposito (M. Enrique Fielding, traducida del francés por Don Ignacio de Ordejón en 1796), Pamela Andrews o la virtud premiada (Tomas Richardson, 1799) o Aventuras de Robinson Crusoe: (Danel Defoe, 1849, traducida por Don José Alegret de Mesa):

  • Are you frightened by the word rape? ☛ ¿Os espanta la palabra sola de rapto? (Tom Jones)
  • …should not a gentleman prefer an honest servant to a guilty harlot? ☛ ¿No debería un caballero preferir a una criada honrada a una que no lo fuese? (Pamela)
  • And then, in a sweet and easy accent, with his arms about me as we walked, he sung me the following verses… ☛ …é inmediatamente empezó á decir los versos sin dexar de continuar el paseo… (Pamela)

En Pamela, por ejemplo, se eliminaron todas las referencias a gestos de afecto: «Give me your hand», «He clasped me to him with ardour» y los apelativos cariñosos con los que el hombre se dirige a su amada: «dear, good girl», «my charming girl», «My angel!», etc. Y hasta se omitieron episodios enteros.

Y no solo por puro decoro; por cuestiones religiosas también se han dado ejemplos de censura. En Robinson Crusoe se omitieron o suavizaron todas las referencias negativas que Robinson expresaba sobre la religión católica.

También tenemos ejemplos con obras algo más recientes. Tal es el caso de la traducción del Diario de Ana Frank al alemán, según relata André Lefevere en Traducción, reescritura y la manipulación del canon literario (Ediciones Colegio de España, 1997). Además de la edición previa —por no hablar de retoques o directamente censura— que hizo el padre de Anne antes de publicarlo, la traducción al alemán presenta problemas de comprensión del original y cambios voluntarios de reescritura.

Anneliese Schütz, periodista alemana amiga de la familia, suavizó términos y expresiones no solo sexuales, sino también connotaciones políticas que podían molestar al lector alemán. La traductora misma lo dijo en una ocasión: «Un libro que se quiere vender bien en Alemania no debería contener insultos dirigidos a los alemanes».

Por ejemplo, en un pasaje en el que Anne habla de la persona que podría descubrir su escondite, se lo imagina como «een reus en hij was zo’n fascist als er geen bestaat» [un gigante, y era tan fascista, no existe nada peor]. En alemán, se convirtió en «einen unüberwindlichen Riesen [un gigante invencible]. Y así con otros cambios para hacerlo más cómodo para el lector alemán y que no disminuyeran las ventas.

Desde luego, la política es un tema espinoso y si no, que se lo digan a la escritora italiana Elisa Morante, que denunció que habían amputado varios fragmentos de su novela, La Storia, en la traducción al español. Y aquí va un fragmento muy claro:

Censura política en La Storia

Censura política en La Storia

Santoyo da algunos casos más de censura en literatura, esta vez en cuanto a sexo y funciones corporales. En Matadero Cinco de Kurt Vonnegut (Editorial Bruguera, 1977), reparó en el siguiente fragmento:

«¡Cielos! El reloj ha sonado…  / ¡Maldición!, y mi suerte se ha truncado.

Billy encontró el verso tan cómico que…»

¿Qué hay de cómico en ese verso? Pues en la traducción poca cosa, pero el original era otro cantar:

«Goodness me, the clock has struck  / Alackaday, and fuck my luck.

Billy found the couplet so comical that…»

Y lo mismo con un limerick del mismo volumen:

«Había en Estambul un joven

que así interpelaba a su herramienta:

Me quitaste la salud

y mi hacienda arruinaste,

y ahora todo es poco para ti, vieja loca»

En efecto, algo cojo queda y más tratándose de unos versos humorísticos. El original rezaba:

«There was a young man from Stamboul,

Who soliloquized thus to his tool,

You took all my wealth,

And ruined my health,

And now you won’t pee, you old fool!»

Unos versos que Santoyo reproduce de esta manera para conservar el tono:

«Había un joven de Estambul

que así hablaba a su herramienta:

Te llevaste toda mi riqueza,

y echaste a perder mi salud,

y ahora no quieres mear, vieja loca».

Como él mismo comenta, en estos casos es muy difícil saber a quién atribuir estos cambios, si al traductor o a la censura, que tachó con lápiz rojo una traducción buena y obligó a suavizar las palabras.

Censúrate con Clean Reader

Al hilo de las omisiones o planchado de expresiones soeces o sexuales, es conveniente hablar de una aplicación que dio que hablar en Estados Unidos hace ya un tiempo: Clean Reader. Actualmente ya no hace falta un señor que subraye en rojo: lo puede hacer uno mismo.

Clean Reader es una aplicación que, cual madre protectora que te tapa los ojos cuando sale una escena de sexo en pantalla, te permite no ver o ver una versión suavizada de los términos más soeces. A modo de ejemplo, aquí van algunas de las palabras malsonantes y los equivalentes que muestra en pantalla en su lugar.

Palabra malsonante Sustitución
shit crap
ass butt
asshole jerk
sex love
sexy lovely
vagina bottom
pussy bottom
cunt bottom
penis groin
bastard jerk
hell heck
fucking freaking
damn darn
fucker idiot
badass tough
breast chest
piss pee
bitch witch
oh my God oh my goodness
wiener groin
Jesus gee
boobies chest
cum juice
whore hussy
Christ gosh
bullshit crap
pissed angry
Jesus christ geez
fucking hell freaking heck
fuck freak
prick groin
slut hussy
goddamn dang
blowjob pleasure
fucked screwed
damnit darnit

En una disparidad digna de estudio, las siguientes palabras no se consideran profanas (aún): squirt, spurt, orgasm, goddamnit, horniness, semen, suck, condom, manhood, clit, nipple, Good Lord, God, erotic, half-assed, naked, sensual y sexual. ¿Por qué sexy y sex son malas palabras, pero sexual no? Quién sabe.

Sin embargo, las modificaciones cambian mucho más de lo que se piensa en un principio. Si os habéis fijado, para los genitales femeninos usan bottom, que es anatómicamente incorrecto y al final ofrece resultados tan surrealistas (y verídicos) como este:

“Where shall I [freak] you, Victoria? Where do you want my [groin]?”

“I want it in . . . my [bottom].”

Al final, lo que en un principio era un acto sexual de penetración vaginal, ha pasado a ser anal… y dudo que fuera esa la intención de los castos creadores de la aplicación.

Sin embargo, los desarrolladores están en todo e incluyen tres modos según los niveles de profanidad: el modo clean bloquea las palabras más fuertes que, sobre todo, incluyen todas las F-words (fuck, fucking, fucker, etc.), el cleaner va un paso más allá y limpia un poco más (que dé esplendor ya lo dudamos) y, por último, el squeaky clean, que es el nivel más restrictivo y elimina casi todas las palabras malsonantes y términos raciales hirientes.

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Como muchos otros, no entiendo que se pueda jugar tan alegremente con la obra de los demás, pero los creadores de la aplicación dicen que no violan los derechos de autor porque no se realizan cambios en el archivo que contiene el libro.

Según dicen, la aplicación:

  • no elimina ninguna palabra del libro,
  • no cambia ninguna palabra del libro ni la sustituye por alternativas,
  • no censura ninguna obra, ni limita la capacidad del usuario de leer el libro de la forma en que la proporcionó el autor o editor,
  • no cambia el significado de ninguna frase o texto.

Hemos recorrido un largo camino desde la publicación de algunas obras editadas, como la colección Family Shakespeare del siglo XIX para la que se «limpiaron» los clásicos de Shakespeare para hacerlos más apropiados para niños (y no tan niños). Actualmente parece que para suavizar textos obscenos basta con descargarse una aplicación.

cleanreader.f1eaa103641.original

¿Y qué opinan los escritores? Pues que sí es una intromisión en su obra y muchos han pedido que eliminen sus libros del catálogo que incluye la aplicación. Una de ellas es Joanne Harris, autora de Chocolat, que lo deja muy claro: «Todos aquellos que trabajan con las palabras son conscientes del poder que tienen estas. Si se saben usar las palabras correctamente, se puede conseguir casi cualquier cosa. Alterar lo que está escrito, por mucho que no nos gusten ciertas palabras y frases, es censurar. […] Ya hemos pasado por esto antes y debemos saber a dónde nos va a llevar esto ahora. Se empieza borrando algunas palabras y se acaba pegando hojas parra en las estatuas».

joanne2

Estoy muy de acuerdo con Joanne Harris: al pan, pan y al vino, vino. Si el autor quiere decir X, ¿quién es nadie para tocar nada? Y en el caso de las traducciones, si lo que se pretende es crear un efecto análogo en el destinatario de la traducción, que reciba la obra (película, novela, cómic, etc.) como lo haría el destinatario del original, ¿por qué vamos a suavizar lo que no es suave de serie?

***

Fuentes:


Reflexiones en torno a la traducción

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Esta semana de letras que culmina con la celebración del Día del LibroSant Jordi para los catalanes, podríamos hablar de libros (como hemos hecho ya aquí y aquí) o bien de la importancia de la lectura y la visibilidad. Sin embargo, he creído más oportuno dar un repaso a algunas citas sobre traducción, pero no las más habituales y archiconocidas, sino aquellas que puedan dar pie a reflexión.

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«Mas ¿qué diría yo de algunos, más dignos en verdad del nombre de traidores que del de traductores, puesto que traicionan a los que se proponen interpretar, privándoles de su gloria, y engañan a los lectores ignorantes al ofrecerles lo blanco por lo negro?». Joachim du Bellay, Defensa e ilustración de la lengua francesa, libro I, capítulo 3º (1549).

«Tan ladrón es el traductor que añade como el que sisa algo del texto original del autor». Andrew Marvell (1621-1678), en carta al Dr. Witty.

«Esta y otras traducciones desatinadas podrán servir de ejemplo, y de aviso, para que los incautos lectores no se dejen llevar de traducciones de libros cuando ignoraren los talentos del traductor. Tengo advertido que es muy común el error de creer que un sujeto que tuviere algunos principios de lengua extraña es ya capaz de traducir un libro. Error perniciosísimo, y que ocasiona se toleren en la República Literaria traducciones insulsas de libros excelentes. Presupuestas las prendas intelectuales en el que quiere ser traductor, no es suficiente con que se posean dos lenguas. Es indispensable que comprenda el asunto si no posee las dos lenguas con perfección. Si no concurren juntos estos prerrequisitos, no saldrá traducción, sino una desfiguración de la obra, que haga obra aparte». Martín Sarmiento, Demostración crítico-apologética, 1732.

«¡Ay de los hacedores de traducciones literales que, al traducir palabra por palabra, embotan los sentidos! Bien se puede decir aquí que la letra mata y que el espíritu vivifica». Voltaire, Cartas filosóficas (Carta 18, «Sobre la tragedia»), 1734.

«¡Cuántos pensarán que para traducir de lengua a lengua no se necesita más que la inteligencia de una y otra obra! ¡Qué error! Es necesaria tanta habilidad para traducir bien, que estoy por decir que más fácilmente se hallarán buenos autores originales que buenos traductores». Benito Jerónimo Feijóo, Cartas eruditas y curiosas, 1759.

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«No hay sino un único medio de traducir con fidelidad un autor de una lengua extranjera a la nuestra: tener el alma bien empapada de las impresiones que de él se han recibido, y no quedar satisfecho de la traducción hasta que ésta despierte las mismas impresiones en el ánimo del lector. Los efectos del original y los de la versión son entonces idénticos; pero ¿siempre puede llegarse a esto?». Diderot, Elogio de Terencio, 1769.

«Hablábamos de la traducción. Yo comenté que no podía definirla, ni me venía tampoco a la mente una imagen esclarecedora; pero que, no obstante, toda traducción de poesía sólo podría ser una imitación. Johnson (dijo): “Se pueden traducir con exactitud los libros de ciencia. También se puede traducir la historia, en tanto en cuanto no esté decorada con la elocuencia, que sí es poesía; porque, ciertamente, la poesía no se puede traducir. Son, pues, los poetas los que conservan los idiomas. Si pudiésemos, en efecto, disponer en traducción de todo lo que se ha escrito en una lengua, no nos tomaríamos la molestia de aprenderla; en cambio la estudiamos porque la belleza de la poesía no se puede mantener sino en aquel idioma en que primeramente se ha compuesto”». James Boswell, Vida del Dr. Johnson (11 de abril de 1776).

«Los españoles del día parecen que han hecho asunto formal de humillar el lenguaje de sus padres. Los traductores e imitadores de los extranjeros son los que más han lucido en esta empresa. Como no saben su propia lengua, porque no se dignan de tomarse el trabajo de estudiarla, cuando se hallan con alguna hermosura en algún original francés, inglés o italiano, amontonan galicismos, italianismos y anglicismos…». José Cadalso, Cartas Marruecas 1789.

«Porque como enseña San Jerónimo, el que traduce no ha de mirar a la material significación de la voz, sino a la correspondencia que tiene en el idioma en cuya lengua traduce; precepto de cuya observancia se hallan tan lejos todas las traducciones que hoy publican los nuestros… que quedan tan ásperas, desabridas, obscuras, y en muchos lugares expresados los conceptos en muy contrario sentido al que se ofrece en los originales, que más parecen abortos de extranjeras plumas que partos de naturales ingenios». Mateo Ibáñez de Segovia, Prólogo a la traducción castellana de la Vida y acciones de Alejandro el Grande, de Quinto Curcio Rufo, 1794.

«Si la traducción es mala, no disculpa al traductor. Porque antes de acometer la empresa, debe ya conocer todas las dificultades que ofrece; y si no se siente con fuerzas para vencerlas, hasta cierto punto a lo menos, debe renunciar a ella. Además, publicar una traducción es someterla al juicio de los inteligentes; y si éstos la condenan, no hay apelación de su fallo. Es, pues, inútil anticipar su apología. Si es buena, no necesita de prólogo galeato: si es mala, cuanto se diga en su elogio, servirá para hacer ridículo al traductor». José Gómez Hermosilla, Discurso preliminar a la traducción castellana de la Ilíada, 1831.

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«No hay duda; esta literatura de las traducciones poéticas de la antigüedad es ardua y arriesgada; casi me atrevo a decir imposible. Si la traducción es absolutamente fiel (filológicamente, se entiende), ni las palabras modernas alcanzan a dar a la poesía el color y la intención de las antiguas, ni el vulgo de los lectores puede comprender sentir y admirar. Si es libre y desembarazada, quedan desnaturalizados por fuerza el texto y el espíritu antiguo: la versión es entonces una temeridad o una caricatura o una calumnia literaria». Leopoldo Augusto de Cueto, Carta a D. Juan Valera, 1878.

«La misión del traductor es presentar el original que se propone verter a otro idioma revestido siquiera del modesto atavío de un lenguaje inteligible, ya que carezca de otras galas; y no le es lícito dejar confuso ni aun lo que, acaso, confusamente se escribiera en un principio». Guillermo Mac-Pherson, Prólogo a la traducción castellana de Hamlet, 1882.

«Una traducción normal no sobrevive mucho tiempo. O se trata de un simple, pálido reflejo, de una copia útil del original, sin estilo propio; o el estilo de la generación del autor se introduce en ella y la transforma momentáneamente en algo vivo, aunque por regla general poco satisfactorio después de veinte años. La alternativa del traductor es sofocar su personalidad y generar una tarea impecable y erudita, pero sin vida; o correr le casi seguro riesgo, si acepta la creatividad en su trabajo, de añadir elementos que la siguiente generación considerará como oscurecedores del espíritu del original» O. Matthiessen, Translation, An Elizabethan Art, 1931

«El asunto de la traducción a poco que lo persigamos, nos lleva hasta los arcanos más recónditos del maravilloso fenómeno que es el habla». Ortega y Gasset, Miseria y esplendor de la traducción, 1937.

«Las traducciones (como las esposas) rara vez son fieles». Roy Campbell, Poetry Review, junio-julio de 1949.

«El grado de complejidad de la traducción literaria es alto, ya que las obras literarias entremezclan en su estructura interna elementos como el lenguaje de uso de las comunidades, el estilo del autor y su postura política y filosófica, además de cosmovisiones disímiles. En este sentido, la tarea del traductor literario representa muy bien la dialéctica de la exploración de mundos imaginarios en la lengua extranjera como un trabajo metodológico y científico, una realidad que nos hace reflexionar sobre el autor como representante de una cultura heterogénea, sobre el lenguaje utilizado en determinado periodo de la historia y, más aún, sobre el mensaje que se transmite y a quién. Por ello, la tarea del traductor en cuanto mediador lingüístico y cultural entre dos pueblos distintos se perfila como crucial en el desarrollo de la cultura y la transmisión del conocimiento». Francisca Eugênia dos Santos y Esteban Alvarado, Traducción literaria y sus implicancias en la construcción de la cultura, 2012.

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«La tarea del traductor es mucho más dificultosa que la del autor original. Cuando este último busca una palabra con la que manifestar un pensamiento o describir una experiencia, tiene al alcance muchas palabras en su propio idioma y puede elegir sin excesiva dificultad y tardanza la que más le conviene o más le agrada. El traductor del vocablo así escogido tiene que determinar cuál es su equivalencia más inmediata, teniendo en cuenta al mismo tiempo las ideas probables del autor, las probables ideas de los lectores del autor y de sus propios lectores, y la época histórica en que el autor vivió». Theodore Savory, The Art of Translation, 1968.

«Yo pienso que el traductor tiene que ser, por lo menos, un hermano —si no gemelo, muy parecido— del autor original. A un poeta lo tiene que traducir otro poeta. A un científico, otro científico. A un novelista, otro novelista. Porque, evidentemente, un escritor que sea novelista está en mejores condiciones de entender a un compañero suyo que ha escrito una novela en otro idioma que si tiene que traducir un libro científico». Domingo Manfredi Cano, en el coloquio «Los problemas de la traducción de obras literarias», La Estafa Literaria, nº 498, 15 de agosto de 1972.

«Como fenómeno y como problema diferenciado del lenguaje, la traducción es algo que los tratados de lingüística ignoran por completo. (Consecuencia: muchas grandes bibliotecas carecen en sus catálogos de fichas sobre la traducción.) El hecho es tanto más peculiar cuanto que muchos tratados de lingüística estudian, y a fondo, problemas menos concretos: por ejemplo, el de la perfección de las lenguas. Por su parte, ni la Encyclopaedia Britannica ni la Grande Encyclopédie  ni la Encyclopedia Treccani (que consagran las tres un artículo a la minúscula herejía teológica del traducianismo) dedican una sola línea a la traducción, su historia, sus técnicas y sus problemas». Georges Mounin, Lingüística y traducción, 1976.

«La traducción de poesía ofrece unas dificultades muy especiales, especialmente si se traduce a su vez en verso, y cuanto mayor sea la calidad del poema original, más dificultosa es la tarea del traductor… Los recursos disponibles difieren de una lengua a otra; el inglés y el alemán cuentan con versos de acento tónico, pero el latín y el griego utilizaron versos cuantitativos, con contraste de sílabas breves y largas, mientras que el francés sitúa sobre la última sílaba una intensidad de acento y de duración aproximadamente iguales. El traductor ha de tratar de suplir la utilización estilística de los recursos particulares del idioma original con técnicas semejantes en el suyo. Y como en la poesía los elementos léxicos, gramaticales y métricos están todos relacionados y entrelazados, una traducción literaria que satisfaga está en general muy lejos de las versiones palabra por palabra. Cuanto más depende el poeta de las formas del lenguaje, más hundidos se encuentran sus versos en esa lengua particular, y más difícil resulta traducirlos de forma adecuada. Esto es especialmente cierto tratándose de la poesía lírica de varios idiomas, con sus juegos de palabras, rimas complicadas y frecuentes asonancias». The Encyclopaedia Britannica, volumen X, p. 657 (1974).

«¿Se está convirtiendo la traducción en un problema de primera importancia? Más bien tendríamos la impresión contraria: las discusiones fueron vivas en otro momento, desde Cicerón a Leconte de Lisle. Hoy todo el mundo parece de acuerdo. Y cuando vuelve a nacer la guerrilla, como a propósito de las traducciones de Shakespeare, del Club Francés del Libro, se nos antoja ya un anacronismo o un malentendido. Profesores y escritores (son los dos campos) condenan las versiones literarias, que asesinan el sentido y el idioma; por otro lado, quieren ser fieles al texto, aunque sin traicionar al mismo tiempo la lengua, la poesía y el genio». Georges Mounin, Lingüística y traducción, 1976.

***

Fuentes:

  • Dos Santos, Francisca Eugênia y Alvarado, Esteban. Traducción literaria y sus implicancias en la construcción de la cultura, 2012.
  • Santoyo, J. C. El delito de traducir. Universidad de León. Secretariado de Publicaciones, 1996. Tercera edición.
  • WIKItraductología en español.


The importance of editing (plus some online tools)

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There are a wide variety of hurdles one must jump over when one attempts to write academic work as an ESL student. At high levels of education, perfect grammar and spelling are simply understood to be necessary, along with proper use of terminology, syntax, vigorous checking for malapropos, and other faux pas for professional writing. Standards of excellence in all academic fields include the ability to communicate in the language of the intended target audience. This is just a bare scratch of the surface of why everyone, especially ESL and other foreign language learners, should have their work carefully processed and checked, both manually and through automatic services.

Linguo

Maybe Linguo can help as well.

University students rely heavily on their peers for support and assistance, even in the most competitive fields. There are fewer better sources of knowledge than those individuals closely working alongside you to reach the same or similar goals. Your peers can provide great assistance in making sure your language is properly translated within the work itself.

Starting with the basics of proofreading, however, is, of course, the original writer of the document, or you. Once you have finished writing your text, essay, or other document, you are the first person who should carefully comb the text for errors of any kind. Again, this can include the basics such as grammar and spelling, but it also calls for deletion of awkward wording, sentences, etc. You may also want to use the helpful trick of standing in front of a mirror or in front of your webcam and reading the text aloud. This often helps writers to determine whether their work “sounds right”, or in other words properly conveys its message with zero errors.

One of the most important things to keep in mind is that, no matter how perfect you believe your paper is, chances are, there is room for improvement still, and once you’ve read your own words enough times, it’s harder to notice the errors that have escaped you. It could be, at this point, that you have decided to do additional research to properly support your thesis. If you’ve added additional text, review and proofread it with the same vigor as before. In any case, you should always trust another set of eyes, so to speak, to catch the details that you did not.

It happens to the best of us, because the truth is that most of us just cannot catch all of our own errors. Reading over the same text over and over again, we can easily overlook several of the same mistakes over and over again. Your next step is to contact someone else and ask if they would kindly review your work. Of course, you should make sure that this is a person that you trust completely. The integrity of your work is a sacred thing in academia, and it should be protected by all parties considered. It could, again, be a peer within your study program, or perhaps a friend or family member. There are numerous services online that can connect you with a professional editor, if you are willing to pay for such services.

Now that we have covered the human aspect of paper editing and proofreading, you should also know that there are countless online services to check your writing for you. Keep in mind that these services should not be used alone, and that you should always proofread for yourself and it’s advisable to ask someone else to take a look, too. However, these services are out there, and they can be invaluable to your work. Remember that you can never be too careful in proofreading your writing! Your goal is to communicate effectively and concisely, above all, and to maintain professional appearance.

Some of the best online tools may include payment of some sort, but we have decided to cover the best free ones we could find—paid does not mean premium, after all! One of the best we managed to uncover is a service known as Grammarly. Now, there is a paid version of Grammarly, but the free service works optimally for checking spelling and grammar errors, as well as punctuation checks. When you want to sign up for an account, the website even prompts you to add their extension to your web browser, to maintain good spelling and grammar at all times. The account making process is simple, and Grammarly’s quick tour of their services demonstrates beautifully the proper way to use their service most effectively.

grammarly

Another great service we uncovered is PaperRater, which, similar to Grammarly, offers both paid and free services for all of your proofreading needs. Some of the features PaperRater includes are plagiarism detection, their auto-grader function, which gives an approximated grade level for the paper you have submitted, spelling and grammar checks, and more. Signing up is easy and, again, there’s no need to pay for their service, but you may find the added benefits of premium packages to your liking.

paperrater

Finally, we come to SlickWrite. There are fewer so-called bells and whistles when it comes to SlickWrite, but they have a fast service and provides a sort of customizable feedback through its tools that makes the service more relevant to your individual needs. SlickWrite reaches out to a variety of different writers, from academic to creative, because their services are valuable to virtually every piece of written text. Best of all, it’s completely free, so put it to good use!

slick

A word to the wise, though. A lot of these tools are good starting points, but not replacements. Nothing beats the human eye and brain… and a good look at The Chicago Manual of Style!

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Why Translation Matters and 12 more books on the subject

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Translators are mostly invisible, so you can imagine my surprise when I came across the following text, in which four reviewers give their opinions on Edith Grossman’s book about her profession, Why Translation Matters. It was used as a reading test for the Cambridge Advanced exam, and even though the reviewer’s names are nowhere to be seen, the insights are quite interesting.

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✏ In Why Translation Matters, Grossman discusses a number of complex issues. Is translation merely a reflection in a clouded looking glass that will never mirror the true original? Is a translator merely a sophisticated tool, a human machine soon to be replaced by a computer program? She answers these and many other questions with a lyrical eloquence that is graceful and inspiring. In the process, we are also shown detailed examples of her solutions to knotty problems; here we see her joy in discovery and doing, the best reasons for pursuing a true vocation. Such inner drive is indispensable, because as she rightly says, ‘Translation is a strange craft, generally appreciated by writers, undervalued by publishers, trivialised by the academic world, and practically ignored by reviewers.’ And yet, where literature exists, translation exists and it is a good thing that these issues should be explored.

✏ Books by translators are few and far between. This short book was originally given as a series of three university lectures, and the ploys of a lecturer let down the writer: rhetorical questions, academic jargon. Grossman’s best thinking about translation, and her best defence of translation, will be reflected in her translations themselves. It is on the rare occasions that she focuses on overcoming the challenges that her craft throws up that the book becomes more pleasurable to read. She vents her frustration on the reader, and some of this is certainly justified: translators ask for very little —simply to be read, included in the cultural debate, understood— yet almost invariably fail to be given the credit they are due. Translation, for all that it seems a technical matter, is actually anything but. It’s a mode of reading so sympathetic and creative that the outcome is wholly original.

✏ There is a theory that all language is a form of translation, that we speak in order to translate the unknown into the known, the non-verbal into the verbal. Edith Grossman draws upon this theory in her book, rightly suggesting, I believe, that the translation of a literary work from one language into another involves much the same creative process as that which provoked the originating author, and the end product therefore stands alone. After a rich career, she is eminently well-qualified to speak on behalf of literary translators everywhere. Nevertheless, the role of the translator is undoubtedly one of the most unappreciated and unacknowledged in the world of literature. Grossman’s beautifully crafted book draws attention to this and may help to address the problem. It is accessible to the layperson and should be required reading on all university literature courses.

✏ Why Translation Matters by Edith Grossman is based on three lectures she gave at a university in the US. As an expert in the field, she has won several awards and would seem to have every reason to feel secure, if not serene. It seems inappropriate, therefore, that she should devote entire pages to criticising publishers and reviewers, in particular, for failing to give translators the respect they deserve. However small-minded these comments may look on the page, they do form a significant part of Grossman’s overall argument, which is that literature and translation are ‘absolutely inseparable’ and thus the translator is engaged in the very same activity as her author, and is, indeed, a writer herself. That translator’s version of the text, she maintains, is to be considered an original, too. Grossman’s approach is non-theoretical, as she ranges discursively over the usual concerns raised by (chiefly literary) translation in this ultimately charming little book.

If you are craving more readings, you’ll find a list of other interesting books on translation below:

corinne 101 entrepeneur lombardino morris

General essays:

Focused on the profession itself:

Humour

  • Alejandro Moreno-Ramos, Mox’s Illustrated Guide to Freelance Translation and What They Don’t Tell You About Translation (self-published), available through his website.
MOX II - What they don't tell you about translation mox the book framed

You can expect to find gems such as this one:

the importance of patience for freelance translators

 

Have you read any of these? Is there any other you would add? Feel free to leave your comments.

***

Post scriptum

We’ve been nominated to the Bab.la 100 Language Lovers awards. If you want to vote for us, you can do it here:


Lo que se pierde / What gets lost

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Hacía tiempo que tenía pensada esta entrada y estos días cobra más valor que nunca por el #HodorGate que, de repente, ha puesto de manifiesto la dificultad de traducir. No voy a extenderme en este tema puesto que seguramente ya lo conocéis; tanto interés ha suscitado que ha salido hasta en los periódicos.

Como resumen, hay un personaje en Juego de tronos (la serie de televisión) con afasia llamado Hodor que solo dice «hodor» y nada más. Hasta la sexta temporada no hemos conocido el porqué de ese apodo, de dónde venía su afasia y por qué repetía esa palabra en cuestión. Sin dar muchos detalles más (para los que no lo hayáis visto), viene de «Hold the door». En inglés puede explicarse la reducción, no así en castellano.13244761_1004636889619395_40706655550929124_n

Pero ¿es intraducible? No hubiera sido tan difícil si se hubiera tenido esta información desde un principio, porque se podría haber usado un nombre creíble (dentro del mundo de fantasía) que encajara con la frase que aparecería temporadas/libros después. No tener este dato ha puesto al traductor de la serie (el libro aún no se ha publicado) en un buen brete porque, además, hay que tener en cuenta la sincronía labial.

Y no olvidemos que es imprescindible que el texto encaje en su contexto y resulte creíble porque, al fin y al cabo, la traducción debe conservar la magia de la narración, ya sea en un libro o en una película. Debemos creer en lo que está pasando. Por eso, una opción como la que se barajó en redes de «obstruye el corredor» hasta llegar a Hodor puede encajar como reducción del sintagma, pero no tanto como frase creíble en ese momento concreto. [Actualización: aquí veréis la solución al quebradero de cabeza]

hodor

Sea como sea, que se hable de este problema de traducción es una buena oportunidad para que se vea lo difícil de nuestra tarea y los muchos factores que hay en juego. Que traducción no solo hay una, que traducir significa escoger y que no basta con tener nociones de inglés o usar el Google Translate de marras. Que traducir es un trabajo complejo y no un pasatiempo.

Lo malo es que se habla tanto de lo que se pierde en una traducción (de una novela, en un doblaje, en los subtítulos de una película), que perdemos de vista lo que se gana. ¿Ganamos algo al traducir, más allá de hacer comprensible algo que en un principio sería únicamente para los hablantes de una lengua?

Cultura, idioma y traducción

En una entrevista publicada en Cuatro tramas: orientación para leer, escribir, traducir y revisar (Paula Grosman y Alejandra Rogante, 2009), la traductora María Cristina Pinto dice lo siguiente: «Hay que ser realistas y, por supuesto, yo no sostengo que todo se pueda traducir. Pero tampoco estoy de acuerdo con la idea tan difundida de que siempre se pierde en una traducción. Si se pierde, también se gana: se gana la posibilidad de acercarse a un material que de otra manera no se hubiera podido leer. Como decía Borges: “Qué sería de nosotros sin los traductores”. Si solo leyéramos lo que está en nuestro propio idioma, nuestro conocimiento sería ínfimo».

Pinto, además, defiende que, desde sus orígenes, la función del traductor ha ido más allá del pasaje literal de una lengua a otra, con lo que siempre se aporta más: «Hoy en día, al concebir la traducción como mediación intercultural, no se tiene en cuenta solo lo erudito, sino también la cultura popular, los mitos, los sueños, los pensamientos, las costumbres de una cultura que están presentes en el texto de manera explícita o implícita. A veces la cultura a la que traducimos no tiene estos conceptos, no tiene esas vivencias, no sabe de estos mitos. El traductor debe darse cuenta de esa brecha y tratar de zanjarla».

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La traducción como escritura

Que traducir es más que pasar del idioma X al idioma Y está muy claro, pero a veces conviene echar la vista atrás, hasta su raíz y sus orígenes, para darnos cuenta de que la traducción es mucho más y que, en efecto, se gana más de lo que se pierde. Sirva este fragmento de la entrevista a Pinto:

entrevista_pinto

Edith Grossman recoge en Why Translation Matters el siguiente poema de Alastair Reid que habla de la cuestión que hoy nos ocupa. Reid escribió sobre este dilema inherente a escribir poesía, en su caso, y la problemática de traducirla. Su composición condensa muy bien el dilema de escribir y de escribir como traductor, y con ella nos despedimos hoy.

Lo que se pierde / What gets lost

I keep translating traduzco continuamente
entre palabras words que no son las mías
into other words which are mine de palabras a mis palabras.
Y, finalmente, de quién es el texto? Who has written it?
Del escritor o del traductor writer, translator
o de los idiomas or language itself?
Somos fantasmas, nosotros traductores, que viven
entre aquel mundo y el nuestro
between that world and our own.
Pero poco a poco me ocurre
que el problema the problem no es cuestión
de lo que se pierde en traducción
is not a question 
of what gets lost in translation
sino but rather lo que se pierde
what gets lost
entre la ocurrencia —sea de amor o de desesperación
between love or desperation—
y el hecho de que llega a existir en palabras 
and its coming into words.
 
Para nosotros todos, amantes, habladores
as lovers or users of words
el problema es éste this is the difficulty.
Lo que se pierde what gets lost
no es lo que se pierde en traducción sino
is not what gets lost in translation, but rather
what gets lost in language itself lo que se pierde
en el hecho, en la lengua,
en la palabra misma.
 
G.jpg

Alastair Reid y Jorge Luis Borges, en el centro.

*Alastair Reid (1936 – 2014) fue un académico y poeta escocés que tradujo, entre otros, a Pablo Neruda y Jorge Luis Borges.

***

Artículos relacionados:


Practicar idiomas subtitulando

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En esta bitácora hemos hablado muchas veces del aprendizaje de idiomas, con consejos y enlaces útiles a mil recursos. Sin embargo, casi siempre lo habíamos abordado con un especial hincapié en la lectura. Esta semana damos voz a los compañeros de SpanishDict, que nos enseñarán a usar herramientas de subtitulado y vídeo para aprender idiomas.

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Hoy en día, los vídeos en línea son muy populares y por este motivo son muchos los interesados en saber cómo subtitularlos. En un ámbito profesional recomendamos encarecidamente la contratación de un traductor profesional, que se encarga de acercar a las casas y a los cines los idiomas que el público pueda no entender. Por eso, series, películas, entre otros materiales audiovisuales, van acompañados de subtítulos: el traductor profesional trasvasa el texto original dándole sentido en la lengua meta, que no se debe traducir palabra por palabra. Sin embargo, conocer las herramientas de subtitulado es una buena baza para aprender una lengua como mejor se aprenden las cosas: practicando.

En este artículo te explicaremos qué son los subtítulos y para qué se usan. Te mostraremos algunas herramientas para subtitular vídeos y destacaremos las ventajas de usarlos para aprender idiomas. Además, compartiremos información sobre cómo el uso de una herramienta de traducción nos puede facilitar el proceso para subtitular vídeos.

Qué son los subtítulos

Los subtítulos son textos que aparecen por la parte inferior (más habitual) o superior de los vídeos, con el objetivo de facilitar la comprensión del texto original a personas que no conocen el idioma original o bien no pueden escucharlo.

Subtitular no es un proceso tan sencillo como pueda parecer puesto que deben tenerse en cuenta factores como la cantidad de información, ligada a la velocidad de lectura, los cambios de plano, los personajes que aparezcan en pantalla (si coinciden habrá que diferenciar las frases de unos y de otros) y mucho más. Podéis fijaros en este análisis de unos subtítulos hechos por aficionados para ver algunas de las directrices más importantes.

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Por qué se usan los subtítulos

Incluir (o incrustar, hablando técnicamente) subtítulos en vídeos y programas de televisión crea más oportunidades para conectar y compartir información con el público.

Los subtítulos ayudan al público que está en proceso de aprendizaje de su lengua materna o de una segunda lengua. También son útiles en situaciones en las que hay mucho ruido y se desea que el público presente acceda a cierta información. El Closed Captioning, conocido también como subtitulado oculto, ayuda en todos estos casos, y sobre todo a las personas con alguna discapacidad auditiva, que de este modo pueden disfrutar de un programa al relacionar la acción en pantalla con el diálogo.

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Cómo subtitular vídeos

A continuación, presentamos varias opciones para añadir subtítulos a los vídeos:

  1. YouTube permite que los usuarios añadan de forma gratuita subtítulos a vídeos que ya están en el sitio web. Sin embargo, solamente puedes añadir subtítulos si tienes cuenta de YouTube y si tú has subido el vídeo. YouTube ofrece subtítulos automáticos a través del reconocimiento de voz, pero hay que tener en cuenta que si el volumen no está alto o hay demasiado ruido de fondo, no será posible captar la voz y los subtítulos no se producirán.foto3_spanishdict
  2. Overstream Editor es un editor gratuito donde puedes crear y sincronizar subtítulos en cualquier vídeo de Internet de las plataformas YouTube, MySpace Vídeo, Veoh, Maker.tv y Vimeo. En cuanto hayas instalado y abierto la herramienta, el diálogo se proyectará directamente en la interfaz del vídeo.
  3. Dotsub lleva un par de años y es un buen sitio para buscar vídeos que ya están traducidos por aficionados. Esta plataforma también permite editar vídeos propios o ajenos. Se pueden subtitular vídeos en cualquier idioma, solo tienes que registrarte en la página web para usarlo. Mediante Dotsub también puedes compartir vídeos con subtítulos en cualquier sitio de Internet.
  4. En Subtitle Horse puedes subir cualquier vídeo a YouTube y añadir subtítulos donde mejor se vean. Jubler es una herramienta que puedes usar para escribir subtítulos nuevos o para corregir y refinar los existentes.
  5. Amara, como Jubler, es un editor que te permite fácilmente subtitular y traducir vídeo.

Herramientas para traducir los subtítulos

Ya que las herramientas para subtitular vídeos no van a traducir los subtítulos por ti y como estás aprendiendo y practicando no vas a contratar a un traductor profesional, tendrás que aguzar el oído y usar buenas aplicaciones, como aquellas páginas que te permitan escuchar la pronunciación de las palabras. El inglés es uno de los idiomas más utilizados, por lo que el traductor de inglés a español de SpanishDict es una buena herramienta para tus traducciones amateur con el fin de practicar.

Cuando tengas el guion en el idioma original (o lo hayas sacado de oído) y comiences a hacer la traducción, puedes buscar en el diccionario e introducir en el traductor todas aquellas palabras de las que dudes, ya sea por significado o pronunciación. Debes tener cuidado: traducir no solo implica cambiar una palabra por otra, debes dar coherencia a cada uno de los renglones que escribas, algo en lo que los traductores profesionales insisten siempre.

Si deseas conocer otras herramientas y recursos que te ayuden a revisar las traducciones de subtítulos, puedes leer «Trucos y herramientas para la revisión de traducciones» y «El traductor creativo: juegos, aplicaciones y recursos para fomentar la creatividad».

Las ventajas de subtitular vídeos

Subtitular un vídeo tiene muchas ventajas, sobre todo para aprender otro idioma. Cuando un vídeo está subtitulado hay una mejor conexión entre la imagen y la pronunciación de las palabras del idioma original, así como su significado. Puedes enriquecer tu vocabulario y aprender frases coloquiales de otro idioma. Además, el contexto para saber cuándo utilizar expresiones humorísticas o sarcásticas se entiende mejor con los subtítulos.

Esperamos que este artículo te haya ayudado a comprender la importancia de los subtítulos y te otorgue las herramientas adecuadas para hacer tus pinitos al practicar un idioma. La próxima vez que veas un vídeo en inglés con subtítulos en español, piensa en todas las ventajas que los subtítulos te ofrecen para aprender y comprender otra lengua.

Y recuerda: los traductores profesionales nos ayudan también a divulgar idiomas y a acercarnos la cultura de otros países; si leemos sus subtítulos también aprenderemos.

Otras maneras de usar vídeos para aprender inglés

Si te has quedado con ganas de más, puedes probar con lo siguiente:

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Fuentes:

Sobre el autor

SpanishDict es un traductor automático y diccionario de inglés a español y de español a inglés gratis y rápido. Queremos cultivar una comunidad divertida y activa donde nuestros miembros puedan hacer y contestar preguntas así como experimentar la maravilla de aprender y usar otro idioma.


¿Envejecen los libros y las películas?

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…y no solo por el paso del tiempo en sí —el mismo que nos marchita la frente y platea nuestra sien—, sino por el contenido mismo.

En general las obras originales no suelen modificarse al reeditarse, a no ser que se le añada un nuevo prólogo o unas notas al pie o se haga una edición comentada, pero los retoques sí suceden de forma más habitual con las traducciones.

La retraducción

Hay muchas obras, clásicas y no tan clásicas, que han tenido varias traducciones con el paso del tiempo. ¿A qué se debe? Dice David Paradela en un artículo en el Centro Virtual Cervantes: «Retraducimos por los motivos siguientes: por capricho; por rifirrafes de derechos; por haberse realizado por lengua interpuesta la versión anterior; porque la traducción existente ha envejecido. […] Pero el caso típico, más comentado y más proclive a la repetición de lugares comunes es el cuarto, el de las traducciones viejas. Pero ¿qué es una traducción vieja? Hoy en día, hasta la pescadera repite que las traducciones deben repetirse cada equis años, porque «la lengua de la traducción envejece mientras que la del original no», cosa que, a priori, no acabo de entender (¿la lengua del Guzmán de Alfarache no ha envejecido?)».

Y me parece una reflexión muy acertada. Coincido con David en que la traducción es fruto de su tiempo, en general el mismo que la obra original, y que no por ser vieja deja de ser válida. También coincido en la necesidad de realizar una nueva traducción cuando la primera tiene deficiencias, como comenta él mismo en el caso de retraducir a Malaparte, «cuyos traductores de los años cuarenta y cincuenta tienen lagunas de bulto en italiano, porque planchan metáforas decisivas y domestican una sintaxis a veces caprichosa, porque no identifican ciertos referentes (no saben lo que es un basso napolitano) ni algunos deslices ortográficos del autor (el palacio presidencial de Helsinki está edificado a la manera de Engel, no de Engels), porque sufrieron la censura franquista (el capítulo de la virgen de Nápoles en La piel es el más flagrante: podado resulta simple y llanamente incomprensible), porque aplicaron criterios que ya no compartimos (como llamar Santa Teresita de los Españoles a la napolitana vía de Santa Teresella degli Spagnoli), pero no porque su lengua estuviera vieja, enmohecida o dificultara el disfrute del texto».

Sin embargo, otras voces defienden la retraducción por cuestiones de lengua y estilo, como Juan Manuel Ortiz en Retraducir, una nueva mirada: «Retraducir es en suma una necesidad engendrada por el hecho de que la traducción perfecta es inaccesible, por lo que esta se convierte entonces en una utopía en pos de la cual el mundo de la cultura no deja de progresar y de buscar nuevos caminos de expresión. […] Cada época tiene un gusto y una manera de concebir la lengua y la literatura, desde luego, pero a mi modo de ver es la exigencia de los lectores avezados lo que ofrece el impulso para continuar adelante en el establecimiento definitivo de sus clásicos procedentes de otras lenguas».

Modernizando que es gerundio

Algo que me ha sorprendido últimamente en la traducción de una colección de libros infantiles, cuyos volúmenes he traducido al catalán, es no ya la retraducción en sí, que sospecho tiene que ver con motivos puramente económicos —es una editorial distinta a la que publicó los libros veinte años atrás—, sino el afán de querer modernizarlos.

Estos libros, publicados en los años ochenta y noventa, solían tener referencias tecnológicas de la época como los cartuchos primero, los disquetes después o las cintas de VHS. Pues bien, me llevé una sorpresa al ver que en la nueva traducción al castellano habían modernizado estos conceptos, por lo que los niños compraban los videojuegos en DVD o se los bajaban de Internet. Lo pregunté a uno de los traductores al castellano y él no había recibido consigna alguna de cambiar estos términos, con lo que supongo que es una decisión que tomaría la editorial de forma unilateral.

No pregunté al editor, pero imagino que debe de ser para que quede más «fresco» para el chaval de ahora. No obstante, me parece mejor conservar estos elementos porque, al fin y al cabo, el icono de «guardar» de Word viene de algo y si no se sabe qué es un floppy o un discman, pues se busca y ese conocimiento que uno se lleva, ¿no?

Llevo dándole vueltas a esto desde hace un mes, que he estado trabajando en la traducción de otra novela juvenil repleta de juegos de palabras y referencias culturales. En ella se habla de programas recientes como Jersey Shore y The Voice, así como de libros y videojuegos en formatos muy específicos. Si tan ancladas están las referencias a los últimos años, ¿por qué cambiarlas? Toda obra se enmarca en una zona y una época determinada y cambiar elementos solo por hacerle un lifting es traicionar aún más el libro, novela, película, etc.  

Modificar estas cosas se ve más y de forma más surrealista cuando se piensa en una película. Pongamos Se7en, que tuve el placer de comentar este pasado sábado en los cines Phenomena con dos grandes de los podcasts de cine (Carne de Videoclub y Sin Audiencia). Descubren a John Doe, el asesino, por los libros que sacaba de la biblioteca (porque el FBI tenía control sobre algunos volúmenes en particular). No sé, pero ahora me lo imagino bajándoselos en formato eBook en alguna plataforma o incluso descargándoselos ilegalmente… y la película sería muy distinta. A lo mejor ni lo descubrían, vaya, y la película al garete.

Con las películas veo más justificado un nuevo doblaje que deshiciera el desaguisado que la censura provocó en muchos largometrajes, algo que ya comenté en la entrada Sexo oral y escrito II. (Auto)censura.

Cuando el original evoluciona

El tema cambia cuando hablamos de una obra didáctica. Entiendo que en muchos casos hay que adaptarse a los nuevos tiempos si, por ejemplo, se quieren eliminar ciertas referencias y abarcar más opciones, ya sean religiosas, sexuales o de género.

Un buen caso es el de Richard Scarry, autor e ilustrador de unos 250 libros infantiles que traspasaron fronteras y se tradujeron a varios idiomas. Algunas de sus obras, puros clásicos, han ido cambiando con el paso del tiempo, pero hay un libro en cuestión donde los cambios son más apreciables: Best Word Book Ever.

Veamos algunas de estas modificaciones:

  1. Resumen en la cubierta

Toda una declaración de intenciones y buen resumen de lo que encontraremos en el interior: los hombres también entran en la cocina (y no solo para picotear), también hay mujeres policía y las mujeres no son las únicas encargadas del cuidado de los niños, por ejemplo.

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  1. La belleza como personaje

Los auxiliares de vuelo pueden ser tanto hombres como mujeres —de un tiempo a esta parte observo un menor uso de «azafata» en documentaciones y contextos específicos— y, al igual que los pilotos, no es necesario que sean atractivos.

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Lo mismo en la escena del incendio. Los mininos del montón también tienen derecho a ser rescatados.

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  1. Sensibilidad religiosa

La Navidad no es lo único que se celebra en invierno y en futuras ediciones incluyeron la menorá para aquellos que celebran Janucá (a mí no me miréis, lo dice la Fundéu).

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  1. Repartirse las tareas

Ya lo veíamos en la cubierta, pero en el interior hay muchos más casos, como este. Un cambio sutil que refleja bastante. No necesariamente es la madre quien prepara el desayuno, aunque sí sea algo habitual. Ya sabéis, lo típico de madre cuando te llama y dices «¡Voy!» y te responde con sorna «Voy, voy, pero quieto me estoy».

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También vemos al padre con la sartén en la mano y en plena faena, que para algo hay dos fogones también.

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  1. Profesiones inclusivas

Ya hace bastante tiempo que todas las profesiones terminadas en -man/-woman (policeman, policewoman) del inglés cambiaron la forma para abarcar los dos géneros sin discriminar (police officer). En las nuevas ediciones no solo lo tuvieron en cuenta, sino que añadieron otras profesiones, también ilustradas con mujeres, como scientist.

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  1. Respeto a los nativos americanos

En su lucha contra los estereotipos, las nuevas ediciones omiten al indio americano ataviado con las plumas típicas. Así pues, dejan solamente una ilustración para la «i» de ice cream.

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¿Y vosotros qué pensáis? ¿Creéis que hay que ir retraduciendo los clásicos porque la traducción envejece? ¿Sois partidarios de modernizar las obras originales?

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